El adiós de Rudy: “Nunca soñé con volar tan rápido ni tan alto”

Rudy Fernández hizo este viernes oficial lo que ya era oficial. El mallorquín (39 años y 1,96 m) anunció su adiós del baloncesto profesional a través de un mensaje y un vídeo en redes sociales. “Con este video termina un viaje increíble, un viaje que ni mucho menos pensaba vivir hasta los 39 años como jugador profesional de BALONCESTO”, comienza el internacional con más partidos, 266, en la historia de la Selección masculina.

Fue con esa España con la que disputó su último encuentro profesional. Fue en París, en sus sextos Juegos, una cifra que nadie en el baloncesto masculino había logrado antes, y ante Canadá. Se despidió con su otra Familia, con la que se colgó 11 medallas, entre ellas, cuatro oros europeos y dos mundiales. Es el único con esas seis preseas en la historia de la Selección. Una hoja de servicios extraordinaria elaborada por su fidelidad con la camiseta española con la disputa de 18 de 19 torneos veraniegos posibles desde Atenas 2004.

“Me RETIRO con la sensación de haber sido un jugador comprometido con cada equipo o club en el que he estado”, continúa un Rudy que creció en la cantera del Joventut, con la que debutó en abril de 2001, tres días después de cumplir los 16 años. Fue frente al Madrid, club al que llegó en 2011 por el lockout de la NBA (cuatro años entre Portland y Denver) y en el que se asentó definitivamente en 2012.

“Nunca soñé con volar tan rápido, ni tan alto y competir de tú a tú contra quien tuviera delante. Os echaré de menos en la pista, pero ahora me toca construir un nuevo camino y estar más que nunca con mi familia”, prosigue el hombre clave en la era Laso. Con él, el Madrid agrandó su leyenda con 26 títulos más en 754 partidos: una Intercontinental, tres Euroligas, siete Ligas Endesa, seis Copas y nueve Supercopas. Pero fue en el Joventut, en el que aprendió a ganar: una Copa, una EuroChallenge y una ULEB. Además, fue MVP del torneo del KO en 2015 y de la Final de la ACB en 2018. El primero fue en 2012 en la Supercopa.

“Eso sí, continuaré disfrutando de este maravilloso deporte, siempre. Gracias a todos por volar a mi lado”, cerró el chico que maravilló al mundo con en ese mate sobre Dwight Howard en Pekín, que nunca bajó los brazos con una fe inquebrantable en la victoria y que supo mutar con el paso de los años para que todos le considerasen la leyenda en la que se ha convertido.

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