Una joven pidió la eutanasia y en el último momento cambió de opinión: “No moriré hoy”
Zoë, paciente psiquiátrica, de 22 años y natural de Holanda, decidió que no iba a ser su día pese a que tenía todo preparado, camisetas, fotografías, la familia, el ataúd...
“Queridos todos, cambié de opinión en el último minuto y no moriré hoy. Mis disculpas por el pánico que pueda haber causado”, fue el mensaje que Zoë, una joven holandesa de 22 años envió a sus amigos y familiares tras decidir que no quería recibir la eutanasia.
Una fecha que se había llegado a tatuar en el cuello y que estaba apuntada en el calendario desde hacía semanas. Había dispuesto camiseteas con un lema, “la vida apesta”, que llevaban incluso los miembros de la funeraria. Quería ser enterrada con un traje blanca en oposición a la ‘oscuridad’ que había sentido en su vida. Pero tumbada en la cama, con su madre y su psiquiatra al lado, decidió que no.
Países Bajos, pionero en la eutanasia
Zoë vive en los Países Bajos, uno de los tres países del mundo en los que un sufrimiento psíquico insoportable puede ser motivo de eutanasia. Según las cifras de los Comités Regionales de Revisión de la Eutanasia de los Países Bajos , el año pasado murieron 138 personas por eutanasia por este motivo. D ellas, 22 eran menores de 30 años.
En el caso de Zoë, su proceso fue de cuatro años hasta que convenció a su familia y a un psiquiatra del Centro de Expertos en Eutanasia de que debía morir. Sin embargo, en el último momento decidió no hacerlo. Zoë había querido morir porque no podía ni quería vivir con las consecuencias de los traumas de su infancia. “Mi vida no es vida en absoluto, es supervivencia”, contó al diario británico The Guardian.
Sin casa, de centro en centro, con adicciones, trastornos múltiples, con muchos miedos, no estaba eligiendo la vida, simplemente no estaba eligiendo la muerte en ese momento. Cada día veía el cartel “¿Realmente quieres ésto?” del Centro de Eutanasia. Esa pausa, de momento, del proceso final, es algo habitual: casi el 40% de los pacientes que presentan una solicitud de eutanasia debido a un sufrimiento mental terminan retirándola.
Zoë ha rehecho su vida. Ha encontrado un trabajo. Está estudiando para acabar la educación básica. Sigue en tratamiento médico. Sigue con su terapeuta. Ha encontrado tranquilidad en el piso de la comunidad que le han ofrecido. Cocina. Pasea. Va a museos. Ve a su familia. Pasos pequeños, cada vez uno. Ha denunciado los abusos que sufrió. Ya no se autolesiona y ha dejado gran parte de la medicación. “Sobreviví a la muerte, así que sobreviviré también a la vida”.
El Teléfono de la Esperanza en España es 717 003 717. Este servicio ofrece apoyo emocional y está disponible para cualquier persona que necesite hablar con alguien.
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