Un experto habla con un asesino en serie: la escalofriante pregunta que le hizo tras matar a 35 personas

El 30 de abril de 1996, en una habitación del Hospital Real de Hobart, Tasmania, el psiquiatra Paul E. Mullen se encontraba frente a un hombre que, apenas 48 horas antes, había perpetrado la mayor masacre de la historia moderna de Australia. Martin Bryant, de 28 años, yacía en una cama de hospital con quemaduras graves tras haber intentado quitarse la vida incendiando una casa de huéspedes. Pero lo que más impactó al psicólogo forense no fue el estado físico del paciente, sino la pregunta que este le lanzó con una sonrisa: “¿Sabías que ahora tengo el récord?”.

Bryant, un joven solitario con evidentes problemas sociales, había asesinado a sangre fría a 35 personas, incluidos niños, en el enclave turístico de Port Arthur. Su acto, que conmocionó a toda Australia y al mundo, fue el resultado de una planificación macabra y una obsesiva necesidad de notoriedad. “No tuve que preguntarle a qué se refería?”, confesó Mullen en una entrevista con el diario británico Mirror.

El experto, nacido en Bristol (Reino Unido), pero residente durante años en Nueva Zelanda y Australia, ha dedicado su carrera a estudiar la mente de quienes cometen actos de violencia extrema. A lo largo de su trayectoria, ha entrevistado a una decena de los asesinos en masa más conocidos del mundo. En todos ellos, ha identificado un patrón común: “Estás ante un individuo asustado, que quizá intente ocultar su miedo con fanfarronería, pero para quien puedes ser de ayuda, aunque es poco probable que le hagas daño”, explicó.

Había investigado a fondo

La entrevista con Bryant no solo fue una de las más difíciles de su carrera, sino también una de las más reveladoras. El asesino no solo era consciente de la magnitud de su crimen, sino que lo había anticipado. Había investigado a fondo a otros autores de matanzas similares, con el objetivo de superarlos. En ese momento, su “récord” era haber matado a más personas que cualquier otro tirador solitario en la historia. Un récord que sería superado años después, con en el tiroteo de Las Vegas en 2017, donde murieron 60 personas.

A principios de octubre, Mullen publicó su último libro, Running Amok, en el que analiza la psicología de los asesinos en masa y los factores que los conectan. En sus páginas, el experto ofrece una mirada profunda a las señales de advertencia que, con demasiada frecuencia, pasan desapercibidas. “Los asesinos en masa solitarios a menudo comunican sus intenciones, por ejemplo, en Internet, en interacciones sociales y en ensayos en la escuela y la universidad”, avisa. “Son muchos más los que comunican tales intenciones de los que llevan a cabo sus planes expresados”, añade.

Planes de respuesta de los países: el ejemplo de Reino Unido

En su análisis, Mullen destaca la importancia de los equipos de intervención temprana, formados por profesionales de la salud mental y fuerzas de seguridad, que ya operan en países como el Reino Unido. “El Reino Unido es particularmente afortunado de tener uno de los servicios de respuesta de este tipo mejor organizados y desarrollados en contraste con Estados Unidos y la mayoría de los otros países”, lamenta.

Estos equipos, según explica, se encargan de evaluar los riesgos cuando se detectan señales de alerta. Analizan el acceso a armas, el historial delictivo y de salud mental, así como la actividad en internet y el correo electrónico de los individuos señalados. Si se considera necesario, se programa una entrevista presencial para determinar las medidas a tomar.

La historia de Martin Bryant no solo marcó un antes y un después en la legislación sobre armas en Australia, sino que también dejó una huella imborrable en la sociedad australiana. También en el profesor Mullen. La pregunta del asesino, formulada con una sonrisa, sigue resonando en su cabeza.

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