Si te llevas ropa de abrigo incluso en vacaciones de verano, la psicología dice que puedes tener estos rasgos comunes
La experta Olga Albaladejo nos detalla lo que significa una chaqueta extra de por si acaso, y muestra, entre otras, un “alto nivel de responsabilidad”.
¿Eres de las personas que mete una chaqueta en la maleta incluso si el destino es la costa en pleno agosto? Aunque parezca solo una costumbre práctica, este gesto puede revelar rasgos fascinantes de tu personalidad. A veces, esa chaqueta extra en tu maleta es mucho más que una prenda de vestir: es una pista de cómo tu mente y tu cuerpo se preparan para lo imprevisto. Conocerlo no significa que tengas que cambiarlo, pero sí que puedes entenderte mejor. La experta Olga Albaladejo Juárez, especialista en Psicología y miembro de Top Doctors Group, nos cuenta a Diario AS lo que un ‘simple’ gesto dice de nosotros.
Pregunta - ¿Qué rasgos de personalidad están asociados a este tipo de comportamiento?
Respuesta - Las personas que tienden a anticiparse al frío suelen tener un alto sentido de la responsabilidad. Les gusta prever, organizar y sentirse preparadas. La psicología de la personalidad llama a esto “alto nivel de responsabilidad” en el modelo de los Cinco Grandes rasgos. En algunos casos, también puede reflejar una mayor sensibilidad al entorno: quienes perciben con más intensidad los cambios de temperatura o de ambiente tienden a protegerse antes de que aparezca el malestar.
P - ¿Es una forma de anticipar o una necesidad de controlar lo imprevisible?
R - Puede ser ambas cosas. La ciencia sabe que el cerebro humano está diseñado para anticipar lo que puede ocurrir y así mantenernos a salvo. Llevar una chaqueta es una estrategia de regulación emocional: no se trata tanto de que vayas a pasar frío, sino de la calma que te da saber que, si sucede, estarás preparado.
Llevar una chaqueta es una estrategia de regulación emocional: no se trata tanto de que vayas a pasar frío, sino de la calma que te da saber que, si sucede, estarás preparado.
Olga Albaladejo, psicóloga
P - ¿Podría haber experiencias previas que expliquen este hábito?
R - Sí. Haber pasado frío en un viaje anterior o haber enfermado lejos de casa puede dejar una huella emocional. El cerebro aprende de esa experiencia y, aunque las circunstancias cambien, activa un “mejor prevenir que curar” que se convierte en costumbre.
P - ¿Qué otros perfiles emocionales se relacionan con esta conducta?
R - La literatura psicológica identifica varios patrones:
Personas con hipervigilancia corporal: Muy conectadas a sus sensaciones físicas, procesan intensamente cualquier cambio de temperatura.
Personas con estilo de apego evitativo: Tienden a anticipar necesidades para no depender de otros. Prefieren cargar con una chaqueta que pedir prestada una.
Cuidadores naturales: Piensan también en las necesidades de los demás y cargan con una prenda extra “por si alguien lo necesita”.
P - Y si, simplemente soy friolera, ¿tiene por qué tener una explicación psicológica?
R - Por supuesto que no. La termogénesis individual varía significativamente entre personas. Factores como el índice de masa corporal, el metabolismo basal y la circulación periférica influyen en nuestra sensibilidad al frío. Además, puede ser un hábito aprendido: si desde niño te recordaban “llévate una chaqueta”, es probable que lo repitas de forma automática.
P - ¿Esto es algo que se deba “corregir”?
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R - En absoluto. Si llevar un abrigo te aporta tranquilidad sin limitarte, es una estrategia adaptativa perfecta. Solo valdría la pena explorar si necesitas múltiples objetos de seguridad para sentirte tranquilo, o si la ansiedad anticipatoria interfiere con tu disfrute. En ese caso, aprender a tolerar un poco más de incertidumbre puede ayudarte a viajar más ligero, también de mente.
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