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Las estaciones del Metro de Madrid que todavía tienen amianto en sus bóvedas

Paradas como Concha Espina, Herrera Oria, Lucero, Ventilla, Núñez de Balboa,Avenida de América, Barrio del Pilar o Bernabéu son algunas de las afectadas.

METRO DE MADRID

Una veintena de estaciones de Metro de Madrid todavía tienen amianto en sus bóvedas, aunque este material cancerígeno, prohibido en España desde 2002 pero a día de hoy presente en algunas construcciones, está encapsulado, por lo que, según la compañía, no supone un riesgo ni para los trabajadores ni para los viajeros.

Aunque Metro de Madrid realizó labores de desamiantado el año pasado en el tramo de la línea 6 (la circular) que va desde O’Donnell y Avenida de América (que incluye a Manuel Becerra y Diego de León), todavía hay una veintena de estaciones con amianto en sus techos. Estas son Concha Espina, Herrera Oria, Lucero, Ventilla, Núñez de Balboa, Artilleros, Avenida de América, Barrio del Pilar, Cruz del Rayo, Estrella, Ibiza, Pío XII, Ciudad Universitaria, Vicente Aleixandre, Sainz de Baranda (líneas 6 y 9), Cuzco, Bernabéu, Alto Extremadura y Puerta del Ángel.

En abril de este año, la estación de Herrera Oria, en la línea 9, tuvo que cerrar durante casi siete horas porque parte del techo falso se desprendió y dejó a la vista las placas de fibrocemento, unas láminas negras que contienen amianto. La Comunidad de Madrid destinó 170 millones de euros al plan de desamiantado, que en principio terminaba en 2025 pero que se amplió hasta 2028. A abril de 2023, la Comunidad había retirado un 43,6% del amianto de Metro, que tiene cinco años más para limpiar el resto de las estaciones de este material tóxico.

¿Qué es el amianto y por qué es peligroso?

La exposición al amianto ya ha provocado la muerte de 13 trabajadores de Metro de Madrid. La empresa pública conocía la presencia de este material al menos desde el año 2003, pero la ocultó durante décadas.

El amianto es un término genérico que engloba seis minerales silicatos. Debido a sus propiedades fibrosas e ignífugas, el sector de la construcción comenzó a utilizarlo en fibrocementos, filtros, componentes mecánicos, tuberías, aislantes y elementos mecánicos ferroviarios, entre otros. Sin embargo, si el material se altera por manipulación o degradación, produce microfibras que penetran en el cuerpo mediante las vías respiratorias y permanecen en el tracto respiratorio durante décadas. Según explicó a El País Jaume Ferrer, jefe del Servicio de Neumología del Hospital Vall d’Hebron, “el amianto provoca cáncer de pulmón, laringe y ovarios”.

La exposición persistente al amianto produce dos principales dolencias, la asbestosis y el mesotelioma. Los primeros síntomas de asbestosis aparecen entre 10 y 20 años después de la exposición al amianto y cualquier tipo de cáncer provocado por este tarda entre 20 y 40 años en manifestarse.

En 2020, el periódico El País publicó un reportaje titulado Próxima estación: amianto, en el que explica las principales aplicaciones de las fibras de amianto: en placas de fibrocemento (placas aislantes que se colocan bajo los tejados, hechas con amianto y resistente a altas temperaturas), tuberías y aislantes ferroviarios. Según la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU), en España el amianto se ha utilizado, además, en aislantes, canales, depósitos, como proyectado ignífugo en garajes y comunidades de vecinos e incluso en materiales de protección personal como guantes y delantales.

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