SOCIEDAD

La razón por la que los gatos caen siempre de pie

El reflejo del enderezamiento del gato es una asombrosa habilidad innata que se desarrolla durante los dos primeros meses de vida.

Foto: Cortesía

Según la creencia popular, los gatos poseen siete vidas, y esta cifra aumenta a nueve en los países de habla inglesa. A pesar de ser un mito sin, a priori fundamento, esta reputación se basa en la habilidad de los gatos para sobrevivir caídas desde alturas considerables prácticamente ilesos. El interés por los gatos y su capacidad de caer siempre de pie ha sido objeto de estudio durante más de un siglo, mucho antes de la era de internet.

En el siglo XIX, Etienne-Jules Marey, un versátil investigador, utilizó las primeras videocámaras para capturar la secuencia de una caída de un gato. La fotografía muestra cómo el felino comienza boca arriba, pero al ser liberado, se retuerce y reorienta su cuerpo para aterrizar de pie, resolviendo así un enigma que desconcertó a los científicos durante décadas.

Esta habilidad se debe a la conservación del momento angular, ya que los gatos retuercen sus patas en direcciones opuestas, permitiéndoles redirigir su cuerpo mientras caen. Aunque esto explica por qué siempre caen de pie, la capacidad de sobrevivir a caídas desde gran altura aún es un enigma.

Estudios realizados en Nueva York demostraron que alrededor del 90% de los gatos sobrevivieron a caídas desde al menos un segundo piso, y curiosamente, la probabilidad de muerte disminuyó a partir del séptimo piso. Esto se debe al equilibrio entre la gravedad y el rozamiento del aire, que permite al gato alcanzar una velocidad constante antes de impactar, reduciendo así el riesgo de lesiones graves.

Reflejo del enderezamiento del gato

Conocido como Cat-Righting Reflex (CRR) en inglés, es una asombrosa habilidad innata que se desarrolla en los gatitos durante los dos primeros meses de vida, alcanzando su punto álgido alrededor de la séptima semana. Este reflejo permite a los gatos corregir su posición corporal mientras caen y aterrizar sobre sus patas.

Este fenómeno es posible gracias a una estructura en su oído interno que detecta la posición de su cabeza en el aire y lo comunica al cerebro. En cuestión de segundos, el gato realiza un giro en el aire para recuperar su orientación normal, ajustando la posición de su cabeza, patas e incluso la cola, garantizando una caída segura sobre sus patas.

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