SOCIEDAD

La playa más pequeña del mundo está en España: tiene 40 metros y está a 10 minutos de la civilización

Se trata de la Playa de Gulpiyuri, en Asturias, declarada Monumento Natural y una de las playas más singulares del país por estar entre acantilados y rodeada de prado verde.

Para muchos, encontrar una playa poco concurrida y libre de masificación puede ser todo un desafío. Por eso, cada vez más viajeros intentan buscar parajes menos frecuentados y rincones escondidos en algunos puntos de España. Uno de estos se encuentra en Asturias, donde existe una playa desconocida para muchos.

Se trata de la Playa de Gulpiyuri, considerada la playa más pequeña de España, con apenas 40 metros de costa y menos de un metro de profundidad en sus zonas más altas. A pesar de su reducido tamaño, la calidad de su agua y las impresionantes vistas la convierten en un lugar único. De hecho, algunos la consideran la playa interior más pequeña del mundo.

Entre acantilados y declarada ‘Monumento Natural’

Gulpiyuri se encuentra en Llanes, a menos de 10 minutos caminando por un sendero agrícola cercano a la N-634. Además, la distancia entre esta playa y la capital madrileña es de entre tres y cuatro horas en coche. Aunque es un lugar paradisíaco conocido por pocos, ha sido declarada Monumento Natural y su fama ha ido en aumento con el tiempo, especialmente durante la temporada estival.

Esta playa, con su arena blanca gruesa y agua salada, es un destino ideal para quienes buscan un contacto directo con la naturaleza, lejos de las playas masificadas. Destaca por estar cerrada en gran parte por un acantilado. El acantilado tiene una cueva en su interior, formada por la erosión a lo largo de los años, por la cual se filtra el agua del Cantábrico. Este fenómeno crea un espacio singular, a menos de 100 metros del mar, que recibe agua durante la marea baja y suele ver desaparecer su arena durante la pleamar. Por ello, se recomienda ir con poco equipaje debido al limitado espacio para toallas o sombrillas.

El acceso se realiza a través de una senda que se abre en la playa de San Antolín y, tras la bajada de unos escalones, encontraremos esta playa poco frecuentada de aguas casi transparentes. Aunque, por su reducido tamaño, suele llenarse con facilidad por lo que conviene ir temprano para poder hacerse con un sitio y disfrutar del paisaje, desde el que se puede observar tanto el mar Cantábrico como bosques y tierras agrícolas.

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