El hombre que soñó con ‘El Gordo’ de la Lotería de Navidad, no lo compró y tocó
Un hombre viajó desde Málaga a Madrid tras soñar con el número ganador del Gordo, pero los décimos ya habían sido repartidos, dejando su corazonada en una amarga anécdota.
El 23 de diciembre de 1949, España amaneció conmocionada por una historia que parecía haber salido de un cuento. El protagonista, un hombre de Málaga que había tenido una corazonada que muy pocos tienen: soñó con el número que sería agraciado con el Gordo de la Lotería de Navidad, el inusual 55.666. Sin embargo, en su intento por convertir aquel presagio en fortuna, terminó con un resultado muy amargo.
De la ilusión al arrepentimiento
Dos días antes del sorteo, el malagueño se apresuró a viajar desde su ciudad hasta Madrid, decidido a hacerse con un décimo del número que, según él, cambiaría su destino. Su búsqueda lo llevó hasta las oficinas de la Asociación Benéfica del Cuerpo de Correos de Madrid, entidad que había adquirido todas las series del ansiado 55.666. Allí, intentó con insistencia conseguir una participación, pero su esfuerzo fue en vano: los boletos ya habían sido distribuidos a distintas localidades.
La fortuna que buscaba había tomado rumbo a los pueblos de Zamora. Según confirmó el presidente de la Asociación, el señor Tudela, los décimos fueron enviados a estafetas de Toro, Benavente, Alagón y Dos Caminos, entre otras localidades. Este reparto formaba parte de una compra masiva realizada por el Colegio de Huérfanos de Correos, que destinó 4.500.000 pesetas para adquirir billetes y distribuirlos por toda España.
El desenlace no pudo ser más frustrante para el soñador. El 55.666 se llevó el premio Gordo, otorgando 15.000.000 de pesetas a cada serie, pero el malagueño no pudo hacerse con ni una sola participación. Peor aún, 1949 fue el primer año en que se introdujo el reintegro en la Lotería de Navidad, y ni siquiera ese consuelo pudo alcanzar.
De vuelta a casa con las manos vacías
La historia resumió la paradoja con ironía: los 75 millones de pesetas repartidos por el Gordo correspondieron a Madrid, pero no favorecieron a los madrileños. Y mucho menos al hombre que soñó con el premio, lo persiguió hasta la capital y regresó a casa con las manos vacías.
Aquella cifra, descrita como “de sustos”, se convirtió en un recordatorio de que en la Lotería, como en la vida, no siempre los sueños y las corazonadas se convierten en realidad.
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