SOCIEDAD

Gana 3,5 millones en la Bonoloto y sigue con su vida en el bar

El afortunado asegura que no cierra el local por la historia que tiene, aunque su intención es traspasarlo para no tener que madrugar más.

EFE

Al hostelero de Cañizal (Zamora) Santiago Sierra ganar casi tres millones y medio de euros en la Bonoloto no le ha cambiado la vida y pese a que el premio lo obtuvo hace siete días aún sigue abriendo su bar cada mañana y atendiendo a la clientela como si no fuera millonario.

En el bar Santi, situado junto al Ayuntamiento de esta localidad zamorana de poco más de 400 habitantes, el flamante millonario sirve cafés y sella boletos de la Primitiva de forma ágil y con su carácter campechano y jovial, sin dar muestras que haber sido agraciado con 3.428.346,51 euros en la Bonoloto del pasado 13 de mayo.

El boleto lo selló en su propio bar, donde han expedido quinielas, loterías y apuestas del Estado “de toda la vida”, según explica a EFE. Cuando apenas una hora después del sorteo conoció que tenía los seis aciertos, se lo hizo saber a todo el pueblo celebrándolo a lo grande, con barra libre para todos los vecinos ese sábado por la noche y durante todo el domingo. Pero el lunes, como si nada hubiera pasado, siguió con sus rutinas diarias, que mantiene una semana después de convertirse en millonario.

“Ha sido el azar”, declara este hostelero sobre el premio obtenido, para explicar a continuación que comprobó que en un boleto múltiple del día anterior tenía 231 euros de premio que pensaban cobrar y no volver a jugar. Sin embargo, cinco minutos antes de que a las nueve de la noche cerrara el terminal de apuestas cambió de opinión.

Exterior del bar Santi / Google Maps

Cogió el boleto cinco minutos antes de cerrar

“Tenía un número que me gustaba, que era el 24″, por lo que optó por repetir combinación con ese número y 35 minutos después se convertía en el ganador de primera categoría, el único que acertó los seis números: 9, 24, 34, 39, 46 y 49. Al comprobar el boleto “con los nervios pensábamos que teníamos cinco, no éramos capaces de ver que eran seis”, confiesa.

Luego vino la celebración en el bar con los amigos. Esa noche no durmió, pero no porque le quitara el sueño el premio sino porque estuvo festejándolo hasta la madrugada, aunque sin salir del bar. Al día siguiente, su primer domingo con siete cifras en su cuenta bancaria, volvió a abrir la trapa y a sus rutinas, aunque ese día, con consumiciones gratis para todos, lo único que metió a la caja fueron amigos.

Una semana después, el bar Santi, que abrió su abuelo hace 70 años y regentó su padre antes de lo que heredara el actual dueño y nuevo millonario, sigue con el mismo trajín de consumiciones y el mismo hostelero tras la barra. Cuando se le pregunta si no se ha dado algún capricho con el premio confiesa que aún no y sobre lo de seguir aún tras la barra del bar señala que lo que no quiere es que se cierre el establecimiento hostelero por la historia que tiene tras de sí.

También lo hace en agradecimiento a la clientela, aunque admite que su intención es traspasarlo para a partir de ahora no tener que madrugar y tomarse la vida más tranquila. El bar lo atiende él junto a su mujer, que junto a su hija, son ahora una familia de millonarios, algo a lo que, según reconoce, aún no se han acostumbrado.

Ni siquiera tiene claro cómo celebrará dentro de una semana su 52 cumpleaños, pero lo que es seguro es que será “especial”, el de menos preocupaciones de su vida.

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