El motivo por el que la gente dormía en armarios de madera en la Edad Media
Desde la época medieval hasta principios del siglo XX era una práctica común en Europa. Además de maximizar el espacio, servía para protegerse del frío.
Grandes estructuras de madera similares a nuestros armarios de hoy en día. Y, dentro de ellas, las instalaciones necesarias para un sueño reparador. Aunque suene extraño, no hace mucho tiempo era más que habitual dormir ‘encerrado’ en un armario, conocido también como cama cerrada o cama de armario.
Especialmente, su uso estuvo extendido en toda Europa desde la época medieval hasta comienzos del siglo XX. Lo que por fuera parece un armario como los que todos conocemos y podemos tener en nuestras casas, pues es ensamblado del mismo modo, por dentro puede dar cabida hasta a cinco personas. La imagen que encabeza este artículo es de una cama cerrada que se encuentra en el Museo de Wick, al norte de Escocia.
Los había de varios tipos, como informa BBC. Desde los más sencillos, “no más que simples contenedores de madera”, hasta otros más elaborados, con lados tallados o pintados. Algunos de ellos contaban con puertas para que quien quisiera durmiera completamente a oscuras, o pequeñas ventanas para que entrara algo de luz. Los más sofisticados podían albergar también un asiento en la base.
Si bien más tarde quedaron asociados a las clases más bajas o a los trabajadores del campo, en un primer momento eran utilizadas tanto por estos últimos como por pescadores o miembros de la nobleza. Eran, además, una especie de dormitorio en miniatura, dando cobijo a un gran número de personas, y que de otro modo sería imposible. Según un caso documentado por la Wick Society, de 1890, una familia que apenas entraba en su casa de una habitación en las Tierras Altas de Escocia tuvo a algunos miembros durmiendo en el granero.
Al resguardo del frío
Por tanto, no era extraño compartir cama de armario con familiares e incluso con compañeros de trabajo. The Factory Lad, un melodrama de 1825, muestra cómo los trabajadores dormían en pilas de camas de armario, con dos o tres personas en cada una. Este tipo de habitáculo era más común en Reino Unido y los países de la Europa continental (los que no pertenecen a la zona insular).
Según relato de 1840, tal y como recoge BBC, la mayoría de las cabañas de Bretaña contaban con estos muebles, fabricados generalmente en roble. Pero además de maximizar los espacios, una de sus grandes ventajas era el calor que en ellos se generaba. Lejos de sistemas de calefacción ni el aislamiento de los edificios que ahora podemos tener, las habitaciones en invierno podían registrar temperaturas muy bajas.
De acuerdo con Roger Ekirch, profesor universitario de historia en la universidad Virginia Tech, en su libro Al final del día: una historia de la noche, entre los siglos XIV y XIX Europa y algunas partes de América del Norte sufrieron la ‘Pequeña Edad del Hielo’. Solo en Londres, el río Támesis se congeló en 18 ocasiones. Para ponerlo en contexto, es algo que no ha ocurrido desde 1963.