SOCIEDAD

El lugar que podría salvar a la humanidad en caso de catástrofe: ningún humano puede visitarlo

La Bóveda del Juicio Final, situada en Noruega, alberga más de un millón de semillas para estar preparados en caso de que se produzca una posible catástrofe.

También conocido como el Banco Mundial de Semillas, este lugar sirve como depósito donde almacenar las semillas de miles de especies del mundo, con el objetivo de preservar una muestra de todas las semillas del planeta. Este “Arca de Noé”, abierto por el gobierno de Noruega, comenzó con su actividad en el año 2008, con el propósito de preservar la biodiversidad del planeta. La idea, sin embargo, surgió hace algunas décadas, concretamente en 1948, cuando se inauguró el Banco Genético con semillas de plantas de origen escandinavo conservadas en una mina en desuso.

Según informa la propia web del Ministerio de Agricultura de Noruega: “Desde todo el mundo, cajas de semillas son enviadas aquí para su almacenaje de largo plazo seguro y protegido en las frías y secas bóvedas de roca”. Actualmente hay más de un millón de muestras almacenadas y más de 6.000 especies de 249 países diferentes, lo que se traduce en más de 10.000 años de historia agrícola. Además, la propiedad de estas muestras pertenecerá a los bancos genéticos que la depositaron allí.

Así lo trasmitió Asmund Asdal, guardian del Banco Global de Svalvard, quien afirmó en una entrevista de BBVA: “Actualmente contamos con más de 1.1 millones de muestras de semillas. Cada muestra contiene entre 300 y 500 de semillas, lo que significa que aquí dentro tenemos medio billón de diferentes variedades, alrededor de mil cultivos diferentes y unas 5.000 especies diferentes”. “Actualmente contamos con más de 1.1 millones de muestras de semillas. Cada muestra contiene entre 300 y 500 de semillas, lo que significa que aquí dentro tenemos medio billón de diferentes variedades, alrededor de mil cultivos diferentes y unas 5.000 especies diferentes”, añadió.

Del mismo modo, The Crop Trust, una organización cuyo objetivo es asegurar que la humanidad preserve la diversidad de sus plantas, recuerda que “algo tan mundano como un congelador de pobre funcionamiento puede arruinar una colección entera. Y la pérdida de de una variedad de plantas es tan irreversible como la extinción de un dinosaurio, un animal o cualquier forma de vida”.

¿Por qué se escogió este lugar para albergar las semillas?

La elección de esta isla, situada a las afueras de la localidad de Longyearbyen, a 1.000 kilómetros del Polo Norte, y de apenas 2.000 habitantes se debe a varios factores. Para comenzar, se trata de un lugar seguro, ya que se considera un espacio protegido ambientalmente. Además, el depósito, que se encuentra dividido en tres almacenes y se extiende sobre más de mil metros cuadrados bajo tierra, cuenta con capacidad de 4.5 millones de variedades de cultivos.

Asimismo, la bóveda se encuentra en una cueva a 150 metros de profundidad en una montaña de piedra arenisca, por lo que queda protegida por el “permafrost”, una capa de suelo permanente congelada que permite una mejor conservación de bajas temperaturas. Esto permite sostener las temperaturas de forma permanente a -18º, incluso sin refrigeración adicional, y mantener a salvo la estructura de posibles terremotos, radiación o de la actividad volcánica. De hecho, en caso de fallo electrónico total, la temperatura se mantendría por debajo de los 0º Celsius por lo menos durante 200 años.

Entre los países que más donan al Banco Mundial de Semillas se encuentra México. El organismo encargado de realizar sus depósitos es el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo, ya que dispone de uno de los bancos de geoplasma de maíz y trigo más importantes del mundo.

Una iniciativa que pretende adelantar al cambio climático

Se espera que durante las próximas décadas el rendimiento de los cultivos descienda un 33% por el aumento de las temperaturas, las plagas y los niveles altos de salinidad en el suelo. Asimismo, algunas previsiones indican que todos estos factores provocarán que el hambre en el mundo aumente, incrementando las cifras de personas en riesgo de seguridad alimentaria, que actualmente suman 821 millones.

A pesar de que existen varios bancos de semillas en el planeta, ninguno es tan seguro como el de las Svalbard. Un ejemplo de ello es el Laboratorio Nacional de Recursos Fotogénicos de la Universidad de Filipinas, que en más de una ocasión ha perdido numerosas muestras tras sufrir numerosas inundaciones e incendios.

Por ello, los expertos recomiendan mandar siempre una copia de la muestra a Svalbard, ya que en caso de sufrir una catástrofe tendrán la opción de recuperarla. Aunque, cabe destacar que no todas las semillas son aceptadas en este banco, ya que el depósito solo acepta aquellas que son necesarias para asegurar el futuro de la agricultura. Además, las semillas que sean aceptadas, se someterán a diversos controles para verificar que no se tratan de drogas ni de material modificado genéticamente.

A pesar de que el lugar no permite la entrada de visitantes, los encargados han lanzado una página web con la que podremos realizar un tour virtual del espacio, sin necesidad de acudir al Google Street View. Además, se ofrece la opción de realizar esta “visita” junto con un guía virtual que se encargará de explicar e informar acerca del funcionamiento del interior de este lugar.

Madrid ha almacenado ya 16 especies

En el caso de nuestro país, este martes la Comunidad de Madrid ha enviado 13 semillas de tomates y diversos cereales que se han sumado a las otras tres especies que ya depositaron anteriormente en Noruega en 2022. Esta iniciativa se ha realizado a través del Instituto Madrileño de Investigación y Desarrollo Rural, Agrario y Alimentario (IMIDRA). Del mismo modo también han participado otras comunidades autónomas coordinadas por el Centro Nacional de Recursos Fotogénicos de CSIC.

Las variedades han sido escogidas por sus cualidades nutritivas además de que son “del gusto de los consumidores”, según ha explicado Victoria Colombo, experta en horticultura del IMDRA. Además, los ocho tipos de cereales que han sido trasladados son granos generados por el IMDRA que ya no se comercializan en el mercado, pero que son de sumo interés debido a su contribución para obtener especies mejoradas. En total, según las cifras, se conservan cerca de 300 tipos de verduras, frutas y hortalizas autóctonas de Madrid.

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