El Banco de España explica por qué algunas tarjetas tienen los números en relieve
En el pasado, estas marcas servían para dejar impresos los dígitos de identificación en la factura expedida por el Imprinter.
Hay cosas que están tan integradas en el paisaje que rara vez se para uno a analizarlas en profundidad. No es hasta que alguien nos llama la atención acerca de un detalle curioso o algo fuera de lugar que tornamos nuestras atenciones hacia eso que, en realidad, siempre estuvo ahí. Es el caso de las tarjetas de crédito. Esos rectángulos de plástico que, cada vez más, están sustituyendo al dinero contante y sonante. Y es que tienen una característica concreta que lleva a una pregunta inevitable. ¿Por qué?
Nadie mejor para ofrecer respuesta a estos asuntos dinerarios que el Banco de España. Ya es costumbre el ánimo divulgativo de esta entidad. En su portal web son muy comunes las publicaciones explicando cosas que el usuario pueda encontrar útiles o incluso dando consejos sobre posibles estafas o malas praxis que pueden poner a los menos precavidos en un aprieto. Pues, en uno de estos ejercicios de historia, la institución ha desentrañado algo que muchos habían olvidado.
Muchas tarjetas presentan en su anverso una serie de números grabados en relieve. En principio, esto no parece cumplir ninguna utilidad concreta. Casi podría pensarse que se trata de un elemento ornamental. Pues nada de eso. Aunque en el presente ya no es necesario para nada, este rasgo sí desempeñó hasta hace no tanto tiempo una función vital. Es un pequeñito viaje al ayer. Un recuerdo de la era analógica.
Recuerdos analógicos
La ristra de dígitos sobresaliendo de la superficie del objeto estaban así colocados para poder dejar impresa la serie en el papel de calco con el que expedían las facturas las bacaladeras o imprinter. Eran, salvando las distancias, como unos datáfonos primigenios. Con un accionado un poco más rudimentario y manual, la máquina confeccionaba un ticket de compra en poco tiempo donde quedaban reflejados el importe a pagar y los datos de la tarjeta.
A pesar de que las bacaladeras son ya prácticamente una reliquia, aportaron un granito de arena a la posteridad. Porque, años después, muchas tarjetas de nuevo cuño siguen haciéndose con los números en relieve, como listas para ser prensadas en un imprinter, que, sin embargo, nunca llega. Una forma de recordar las formas de hacer las cosas de otro tiempo a través de un pequeño detalle que nos acompaña siempre al costado, en la cartera.