SOCIEDAD

Absuelto tras pasar 33 años en la cárcel por un triple crimen que no cometió

Beniamino Zuncheddu fue acusado de triple homicidio cuando tenía 27 años. Tres décadas más tarde sale de prisión tras demostrarse que un policía influyó en la opinión del único testigo.

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Beniamino Zuncheddu ha sido puesto en libertad por un Tribunal de la ciudad de Roma después de haber pasado 33 años en la cárcel por un crimen que no cometió. El, ahora viejo, pastor sardo había sido condenado a cadena perpetua por el asesinato de tres miembros de una familia rival en la campiña de Cagliari, en la denominada “matanza de Sinnai”. El yerno de uno de los asesinados, Luigi Pinna, de 29 años, aunque gravemente herido, fue el único superviviente del ataque, por lo que se convirtió en el único testigo del trágico suceso. Pinna acusó a Zuncheddu de la responsabilidad de los hechos y no ha sido hasta tres décadas más tarde que ha admitido que su declaración estuvo influida por la Policía.

“Me lo robaron todo”

El fiscal general del caso, Francesco Piantoni, ya puso en duda en su momento la credibilidad del testimonio de Pinna, pero el hecho de que Zuncheddu formara parte de una familia que había tenido diversas disputas con los asesinados en las semanas previas a la matanza y que fuera reconocido por el único testigo visual fue una losa demasiado pesada sobre la inocencia del pastor. Losa que ha tardado 33 años en resquebrajarse y de la que sale un hombre anciano, muy diferente a aquel que entró en prisión con apenas 27 años. “Quería tener una familia, construir algo, ser un ciudadano libre como todos los demás. Hace 30 años era joven, hoy soy viejo. Me lo robaron todo. Ahora descansaré, al menos mentalmente”, ha declarado Zuncheddu a la prensa.

Influencia policial

Los casi 33 años que Zuncheddu ha pasado entre rejas convierten al caso en el error judicial más largo en la historia de la República Italiana. La Fiscalía pidió revisar el caso después de que Pinna admitiera en unas declaraciones que “antes de “realizar la identificación de los sospechosos, el agente de policía que dirigía la investigación” le enseñó una “foto de Zuncheddu” y le dijo “que él era el culpable de la masacre”. “Me equivoqué al escuchar a la persona equivocada”, reconoció Pinna. Todo parece apuntar a un intento de la Policía de resolver un caso aparentemente fácil: pelea entre familias, un enemistado de los asesinados como sospechoso principal, solo falta que lo reconozca un testigo para tener el caso perfectamente resuelto y listo para enviar a los superiores. En el momento de la falsa declaración acusatoria de Pinna, Zuncheddu ya se encontraba arrestado por la Policía.

Zuncheddu siempre se declaró inocente, aunque le ofrecieran una rebaja de condena si admitía su culpabilidad, como él mismo declaró a la salida de la cárcel. La sentencia “expiatoria” fue emitida en la noche del viernes, tras varias horas de deliberación, pero Zuncheddu disfrutaba de su libertad desde el pasado 25 de noviembre, cuando el tribunal suspendió temporalmente la condena hasta que fuera ratificada por el tribunal. Varios testimonios han demostrado que la investigación fue manipulada por un agente. A la sala del tribunal de Roma se desplazaron numerosos vecinos de la isla de Cerdeña para celebrar el fallo con Zuncheddu. “Es el final de una pesadilla”, declaró este a los medios tras conocer la sentencia.

Un inocente encarcelado cada 8 horas

Según la ONG estadounidense, Innocence Project, durante los últimos 32 años en Italia ha habido 30.778 víctimas de errores judiciales y detenciones injustas. Esto supone que cada día en Italia encarcelan a tres personas inocentes. Estos errores le han costado al Estado un total de 933 millones de euros en reparaciones. Lo que a uno no le queda claro es cómo medir el precio de la libertad. Se puede pasar de gramos a litros, ¿pero de horas a euros? ¿Cómo se restituye el tiempo perdido? ¿Acaso alguien sabe cuánto vale una semana, un año, media vida?

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