POLÍTICA

Tensión máxima en Kosovo: Serbia despliega al ejército en la frontera

Serbia moviliza a sus Fuerzas Armadas para cubrir la frontera “el tiempo que sea necesario” ante la escalada de tensión que ha generado la toma de poder de los alcaldes albanokosovares.

STRINGERREUTERS

Hay un avispero en el Viejo Continente. El zumbido de varias naciones, cuyo número la historia de Europa no es capaz de determinar, se deja escuchar en el fondo de una península, entre unos montes. Los Balcanes vuelven cada cierto tiempo al plano geopolítico, sacudiendo los intereses de la coyuntura histórica que toque, pero siempre bajo una estela que revela como imposible la solución del conflicto. Un día de la marmota.

Serbia y Kosovo son uno de los retratos de esta tierra aciaga. Ya el año pasado revivieron unas tensiones que se saldaron sin mayor problema que el de asumir la imposibilidad de un mutuo acuerdo. Ahora viene otro episodio más. Ha sido una “muy difícil situación” en el norte kosovar, allí donde la mayoría de población es serbia, donde las protestas han tomado las calles ante el intento de los alcaldes albanokosovares de asumir el mandato. Se desató la “muy difícil situación”. Así lo ha descrito el ministro de Defensa de Serbia, Milos Vucevic; y así ha justificado el despliegue del Ejército en la frontera.

Alcaldes albanokosovares y calles incendiadas

La situación en Kosovo y Metohija ha empujado al Gobierno serbio a tomar esta decisión militar; y lo han hecho desde una retórica que Belgrado no ha abandonado nunca: empleando la denominación de provincia histórica serbia y el término “línea administrativa” en lugar de frontera. Sobre esta suerte de trazo en un mapa “acabará completado en las próximas horas” el posicionamiento de las Fuerzas Armadas.

Vucevic no ha querido llamar a la puerta de la guerra, pero tampoco quiere que le pisen el felpudo. Por ello, sin significar una de cal y otra de arena, asegura que “no tiene intención de jugar a la guerra”, pero avisa de que “las líneas rojas de Serbia son bien conocidas”. A lo que se refiere es que la celebración de elecciones locales en el norte de Kosovo era un boicot anunciado. Que en Pristina no pueden fingir sorpresa.

A police water cannon tries to extinguish the fire from a burning police car, during clashes between Kosovo police and ethnic Serb protesters, who tried to prevent a newly-elected ethnic Albanian mayor from entering his office, in the town of Zvecan, Kosovo, May 26, 2023. REUTERS/Miodrag DraskicSTRINGERREUTERS

Estos comicios nacieron como otros tantos desastres territoriales lo hacen: con el fin de llenar un vacío político. Los alcaldes serbokosovares que ocupaban los ayuntamientos decidieron abandonar su cargo en protesta contra el Gobierno Nacional de Kosovo, propiciando que los albanokosovares rellenasen el hueco de poder. Y ni Belgrado ni los serbokosovares lo reconocen. De ahí las protestas. “El tiempo que sea necesario hasta nuevo aviso”, ha indicado Vucevic, poniendo marcha atrás el reloj de arena en el que se ha convertido la vigilia de la frontera.

Rusia acusa a Occidente de no frenarlo

Desde Moscú no han tardado en pronunciarse sobre el lejano zumbido de los Balcanes. Y lo han hecho condenando enérgicamente lo que, a juicio del Kremlin, es una provocación de Pristina que ha llevado la situación en Kosovo al borde de una “fase caliente”. Así lo ha señalado la portavoz del Ministerio de Relaciones Exteriores de Rusia, María Zajarova, que en una casi obligada visión antioccidental de cualquier pistola que se dispare en el mundo ha cargado la responsabilidad de la provocación antiserbia a Estados Unidos y la Unión Europea.

“Han llevado la situación al borde de una fase candente y amenazan la seguridad de toda la región de los Balcanes”, dice Zajarova; y, girando la cabeza hacia aquellos que apoyan a Ucrania, añade: “No hicieron nada para llevar a los albaneses de Kosovo a la cima”. Ni los acuerdos de Bruselas de 2013 y 2015 pudieron frenar aquel zumbido. Los Balcanes, ese avispero que no cesa en el Viejo Continente.

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