POLÍTICA

Rusia bombardea por accidente un enclave dentro de su propio país

El piloto realizó “una liberación de emergencia” de su carga explosiva, dañando hasta seis edificios privados en la región de Voronezh, a 150 kilómetros de la frontera.

SERGEY KOZLOVEFE

Por motivos que se desconocen, un avión de combate ruso realizó este martes una “liberación de emergencia” de su carga explosiva sobre una aldea en la región de Voronezh, a 150 kilómetros de la frontera con Ucrania. El incidente, sobre el que ya se ha pronunciado el Ministerio de Defensa a través de un comunicado, se produjo “alrededor de las 09:00 de la mañana del 2 de enero”, cuando un avión que “sobrevolaba la aldea de Petropavlovka” liberó “municiones de aviación”.

Seis edificios dañados

Según el gobernador de la región, Aleksander Gusev, no ha habido muertos ni heridos, a pesar de que seis edificios de propiedad privada han resultado dañados. En diversos vídeos que han circulado por redes sociales se puede ver un enorme cráter en el suelo y los numerosos escombros fruto de las explosiones producidas por el “ataque”. Gusev ha añadido que se está llevando a cabo “una investigación sobre las circunstancias del incidente” y que algunos residentes han tenido que ser trasladados a instalaciones de alojamiento temporal.

Intercambio de ataques

El presunto accidente se produce en días de máxima tensión entre ambos países. Rusia había realizado a lo largo de las últimas dos semanas sendos ataques con drones Shahed y misiles contra Kiev y otras ciudades ucranianas. En el marco de la fallida ofensiva ucraniana, que pretendía recuperar grandes trozos de territorio a lo largo del verano y apenas logró avanzar, el Kremlin está intentando aprovechar el momentum presionando las defensas ucranianas. El objetivo del Ejecutivo de Zelensky para el invierno era aguantar las posiciones hasta que bajaran las temperaturas y recibieran más apoyo económico y militar por parte de sus socios, pero Putin no parece dispuesto a darle ni un minuto de descanso al país vecino.

El pasado 29 de diciembre Zelensky denunció el que había sido “el mayor ataque desde el comienzo de la guerra”, cuando más de 160 misiles y drones bombardearon diversas localidades ucranianas dejando al menos 26 muertos y 130 civiles heridos. En ese momento, el presidente aseguró que responderían “a los golpes terroristas”, dos días más tarde serían las bombas ucranianas las que caerían sobre la ciudad rusa de Bélgorod, matando a 24 personas. Putin, que acusó a la inteligencia de Reino Unido de facilitar el ataque, convocó una reunión de emergencia del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas para tratar lo que él considera “un acto terrorista”. El mandatario ruso avisaba de que el crimen no quedaría “sin castigo”.

Guerra de desgaste

El castigo llegó dos días después, este martes, cuando intensos bombardeos han dejado 4 muertos y casi 100 heridos en las ciudades de Kiev y Járkov. Zelensky, una vez más, ha avisado de que los ataques encontrarán una respuesta similar. Según fuentes del Ministerio de Defensa rusa, los sistemas antiaéreos de la ciudad de Bélgorod rechazaron horas más tarde un nuevo ataque. La guerra, que va camino de su segundo año, no parece tener un final próximo mientras ambos líderes intercambian amenazas y bombardeos. El desgaste, eso sí, benefica a Rusia, siempre y cuando no se vuelve habitual eso de atacarse a ellos mismos.

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