POLÍTICA

Quién es Javier Milei, el ganador de las elecciones primarias de Argentina al que felicita VOX

El candidato de La Libertad Avanza se ha impuesto en las elecciones PASO y consuma su ascenso mediático convirtiéndose en el favorito para ganar las presidenciales de octubre.

AGUSTIN MARCARIANREUTERS

Soplan vientos de cambio en Buenos Aires. Las primarias celebradas en Argentina han roto las encuestas, propiciando un giro en el tablero que vaticina un deslizamiento ideológico sin precedentes hacia posiciones de centroderecha, liberales y de derecha ‘dura’. No es esto nuevo en el río de la plata, pero sí la manera en la que se da: el peronismo gobernante y la oposición al mismo han sido derrotadas por La Libertad Avanza, el partido del carismático y ultraliberal Javier Milei.

Su irrupción ha sido más aplastante de lo que se esperaba, cosechando un 30% de los votos. En segunda posición queda la coalición Juntos por el Cambio (JxC), el partido del expresidente argentino, Mauricio Macri, de ideología ampliamente antikirchnerista, con un 28%. Por debajo está la gran derrotada, Unión por la Patria, que es la marca bajo la que se presentaba el peronismo y cuya cara principal es la de Cristina Kirchner, y que no ha pasado de un 27%. Las coaliciones de ambos mandatarios se han visto superadas por una formación que debe su imagen a la de su líder, consecuencia y reflejo de los tiempos que atraviesa la Argentina.

‘Derechazo’ al peronismo

“No vine a guiar corderos, vine a despertar leones”, dijo a finales de 2021 un Javier Milei que irrumpía en el panorama político convirtiéndose, de golpe y sopetón, en la tercera fuerza política de la capital. Después de estas últimas elecciones primarias en Argentina, el economista de 52 años se convierte en el favorito para ganar las presidenciales del próximo 22 de octubre. Su ascenso ha sido rápido y contundente, amén del fenómeno en el que se ha convertido su personaje y su persona durante los últimos años.

Soltero y con cinco perros. Los ojos del color del hielo y una melena de esas que se quedan después de montar en moto sin casco. De joven fue portero de fútbol bajo el arco del Chacarita Juniors; muchos le llamaban entonces el loco Milei, curioso símil con el loco Gatti, y otros tantos se lo siguen llamando ahora. Su fama se ha ido cosechando en platós de televisión durante la última década, donde, delante de las cámaras, no cesaba de vociferar los cambios que venía a implantar en la sociedad y en la economía del país. Dolarizar la economía, privatizar empresas públicas y “dinamitar” el Banco Central son su carta de presentación, abanderadas por una drástica reducción del gasto público.

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Todas estas medidas son defendidas por Milei como necesarias para alcanzar “¡la libertad, carajo!”, esa misma que, juzga, se ha perdido con la “casta” política actual, que es la tradicional y que define como “parasitaria, chorra e inútil”. Ese mismo cansancio, y hasta cierta repugnancia, hacia los políticos ‘de siempre’ ha quedado manifiesto en las urnas. Su ascenso es parecido al que tuvo Pablo Iglesias en España, pero únicamente ahí, en la apariencia, porque más allá no guardan similitud alguna. El argentino, de corte ultraliberal, defiende un “sistema de competencia de monedas” y acometer el “ajuste fiscal” con “la motosierra”. El hartazgo personificado.

Asegura que su primer viaje como jefe del Estado será a Israel, y que desde que existe el Banco Central han encadenado dos hiperinflaciones sin guerra. “Le quitamos 13 ceros a la moneda, podemos quitarle tres más próximamente”, dice. Pero su concepto de libertad va más allá de la economía, aunque en ésta encuentra sustento, y se interna en polémicas lindes sociales: ha llegado a defender la legalidad del comercio con órganos y la posibilidad de que en el futuro se pueda debatir la venta de niños; una oposición firme a la legalización del aborto y a la educación en temas de género e identidad en las escuelas públicas completan el retrato de su programa político.

Vox felicita a Milei: “hay un claro mensaje”

Su doctrina ha sido comparada con otros políticos de extrema derecha y que, a la vez, hicieron gala de un carisma mediático para afianzarse el gobierno en sus respectivos países. Son los casos de Donald Trump en Estados Unidos o de Jair Bolsonaro en Brasil. También en España ha encontrado simpatizantes. El vicepresidente de Acción Política de Vox, Jorge Buxadé, le ha felicitado en redes sociales por su triunfo en las primarias.

No ha querido Buxadé quedarse corto y ha trasladado su alegría a “todos los argentinos que quieren pasar página ya del endeudamiento sistémico, la corrupción, el expolio de las clases medias y la sumisión a las agendas desintegradoras de la izquierda global”. El también miembro de la dirección nacional de la formación ultraderechista española, Víctor González, ha zanjado su diagnóstico de la situación en Buenos Aires asegurando que “hay un claro mensaje para los que dudaban de la libertad personal y del capitalismo democrático”.

Su ascenso ha sido el de una figura que recorría platós de televisión de grito en grito, llevando su discurso ultraliberal a un ejemplar uso de las redes sociales y convirtiéndose en una alternativa seria para las generaciones jóvenes. Ha robado al kirchnerismo la carta de la juventud, asestando un ‘derechazo’ al peronismo y centrando la economía como el mal que debe solucionar la Argentina si quiere progresar. Vientos de cambio en la tierra de Gardel.

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