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Medvédev, sobre Moldavia: “Ya no existe”

El Kremlin, a través de su expresidente y actual vicepresidente del Consejo de Seguridad, apunta directamente a su país vecino por “actitudes rusófobas”.

SPUTNIKvia REUTERS

Continúa la escalada de tensión entre Moldavia y Rusia. Ambos países, tras la ruptura de la antigua Unión Soviética, han dejado florecer un viento de tensión y conflicto en ciertas regiones fronterizas. Los aires de estos territorios, como es el caso de Transnistria, en Moldavia, se mueven al soplido de la política exterior que maneja Rusia; y bajo la que se ha producido la invasión a Ucrania.

Después del episodio de expulsiones en las embajadas de ambos países se ha desencadenado la prohibición rusa de entrada al país a una serie de funcionarios moldavos acusados de promover la rusofobia. En realidad, condenaba la adhesión de Moldavia a las sanciones de la Unión Europea contra el gigante euroasiático. La presidenta moldava, Maia Sandu, acusaba entonces al Kremlin de organizar un golpe de estado; tan solo unos días después, el expresidente ruso, Dmitri Medvédev, agita el caldero internacional al afirmar que Moldavia “ya no existe”.

Moldavia, acusada de rusofobia

No es la única persona que se ha pronunciado en contra de Chisináu. “Es un Estado que está tratando de convertirse a toda costa en un país inamistoso con nosotros”, ha confesado el portavoz de la presidencia rusa, Dmitri Peskov, en una muestra patente del pensamiento que manejan las élites moscovitas. Según el Kremlin, las autoridades moldavas “se desvían hacia la conocida senda rusófoba”.

Antes de que Peskov diera la comparecencia ya se sabía que Moldavia iba a ser un tema recurrente en su speech. Primero, por el episodio de las embajadas; y segundo, porque Chisináu ha prohibido la entrada de Vladímir Putin al país. Junto al presidente ruso, otros dirigentes afines al Kremlin aparecen en una privilegiada y fatídica enumeración de nombres a la que el primer ministro moldavo, Dorin Recean, se ha referido como “lista negra”.

Escalada en la tensión y en la retórica

Las palabras de Recean han despertado la réplica instantánea de Rusia. “Creen que odiar a Rusia debe ser un atributo obligatorio de la integración europea”, ha apuntado Peskov, asociando la decisión moldava a una fatalidad intrínseca en Occidente. Sin embargo, la justificación de las políticas moldavas, según Sandu, responde a las “acciones violentas enmascaradas bajo las protestas de la llamada oposición; especialmente en Transnistria, región fronteriza entre Moldavia y Ucrania con un estatus jurídico especial y cuyo gobierno está bajo la influencia de Moscú.

¿Defensa o rusofobia? Más contundente ha sido el vicepresidente del Consejo de Seguridad ruso y expresidente, Dmitri Medvédev, cuyas palabras han deslizado una sutil amenaza a la integridad territorial del país. “Un ser enigmático apellidado Recean informó de que ni el presidente de Rusia ni otras autoridades rusas pueden entrar en su país, Moldavia”, ha escrito a través de su canal de Telegram; a lo que ha agregado, en un guiño de incertidumbre y amenaza: “Ya no existe”.

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