POLÍTICA

EEUU se mete en la contraofensiva de Ucrania

Estados Unidos aprueba el suministro de bombas de racimo a Ucrania. La mayoría de países europeos se niegan a suministrar estas destructivas municiones, y la ONU pide que dejen de emplearlas en el conflicto.

JONATHAN ERNSTREUTERS

Estados Unidos ha cruzado un nuevo puente. Desde hace meses, Ucrania pide a sus aliados occidentales suministro a gran escala de los proyectiles conocidos como bombas de racimo. Se llaman así porque, una vez lanzado el artefacto, este se fragmenta liberando numerosos objetos explosivos. Esto hace que la devastación sea total en el radio de alcance del ataque. Un arma de un potencial letal abrumador que Rusia ha estado utilizando ampliamente durante el conflicto.

Pero las implicaciones de aumentar la presencia de bombas de racimo en la guerra van más allá. Cuando dejen de silbar las balas, el bando vencedor tendrá, forzosamente, que hacer una meticulosa labor de desminado para evitar que la población civil siga en peligro incluso tras la llegada de la paz. El problema de los explosivos de fragmentación es que no todos los trozos que se desprenden se detonan en el momento, ya que tienen un pequeño margen de error. Todos aquellos que no liberan su estruendo recién aterrizados, quedan en el lugar, pudiendo desatar la destrucción mucho tiempo después.

Un centenar de países, entre ellos grandes potencias militares como Francia o Alemania, son actualmente firmantes del Tratado de Oslo (2008). Este grupo de naciones se comprometió a no emplear bombas de racimo en sus actividades bélicas. Sin embargo, hay tres países fundamentales en la escena internacional que no suscribieron el texto. Ucrania, Rusia y Estados Unidos. De hecho, la potencia norteamericana ha hecho uso extenso de este invento fatal en guerras como Iraq o Afganistán.

Preocupación internacional

La posición de Europa sigue siendo firme. Un rotundo no a la petición de Zelenski que, aún hoy, se mantiene. Sin embargo, Estados Unidos ha cambiado finalmente de parecer. Tal y como adelantó el portavoz de Consejo de Seguridad Nacional, Jake Sullivan, la Casa Blanca ha dado el visto bueno a enviar grandes remesas de estos artilugios mortales. Según ha indicado el gobierno federal, antes de mandar el cargamento se harán exhaustivas a fin de garantizar que los arsenales están en buena condición, minimizando así la posibilidad de que queden partes de la bomba sin explotar que puedan herir posteriormente a civiles.

La ONU se ha mostrado extremadamente preocupada ante este nuevo rumbo marcial, que podría llevar a un recrudecimiento aún mayor de las hostilidades. La preocupación principal de los organismos internacionales es la repercusión que todo esto puede tener sobre civiles desarmados, que ya han muerto por miles en el último año. Entidades independientes como Humans Rights Watch han sido aún más explícitas en su petición a Estados Unidos de que de marcha atrás a este movimiento. Sin embargo, todo parece cerrado y definido. El nuevo paquete de pertrechos guerreros ha puesto rumbo a Kiev.

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