Dos españoles en Rusia: “La mayoría de los rusos pasan de la guerra”

La guerra en Ucrania dura ya más de un año y medio y, a tenor los últimos acontecimientos, parece que seguirá durante algún tiempo. En las últimas horas Estados Unidos ha aprobado un nuevo envío a Kiev que consistirá, entre otras cosas, munición con uranio empobrecido, un armamento que contiene componentes radioactivos. Una decisión que desde Rusia lo consideran un “acto criminal”, según las palabras descritas por la embajada del país en Washington.

Desde Moscú, el presidente Vladimir Putin ha abierto la puerta para retomar el acuerdo del grano, iniciado hace ahora algo más de un año e interrumpido en el pasado mes de julio. Para ello, impone sus condiciones. Entre ellas, que Occidente levante las sanciones que impone contra su país. “Se niegan a eliminar las sanciones a la exportación de nuestros cereales y fertilizantes, a reanudar el suministro de maquinaria agrícola y de repuestos”.

Con esta situación, son muchos los que se plantean si es posible viajar a Rusia, algo que los ministerios de Exteriores de muchos países desaconsejan. En el de España, concretamente, se puede leer lo siguiente. “Dadas las dificultades derivadas de las decisiones tomadas por la comunidad internacional (...) se recomienda valorar no viajar a la Federación de Rusia. Algo que no ha sido problema para Eduardo y Rocío (Sin Código Postal), dos aventureros de León que dejaron sus trabajos fijos en 2018 para recorrer el mundo en una camper.

Mientras continúan su charla por Rusia, con el objetivo de recorrer Asia Central, charlan con Diario AS para contar cómo está siendo su experiencia en un país que, aunque la guerra no está en él, sí que es parte activa de la misma. Ellos, aseguran, también tuvieron sus dudas en el momento de lanzarse a la carretera. “Para nuestra sorpresa, los visados para visitar Rusia se siguen tramitando con total normalidad”.

Un viaje pensado, en un primer momento, cuando pasaban por Polonia. “El viaje por Europa no nos llenaba al 100 de aventuras”, aseguran. Entonces hicieron el petate y se enfrascaron en un nuevo viaje, aunque no sin miedos. “En el momento en que ves viable cruzar la frontera a Rusia es cuando aparecen los miedos: como será el ambiente, como actuara la población frente a extranjeros, si causaría molestia nuestra matrícula europea en Rusia”.

El primer ‘problema’ al que se enfrentaron estos dos treintañeros fue el de comunicar su decisión a la familia. “Cuando lo anunciamos la respuesta casi siempre fue la misma. ¡Estáis locos! Nosotros al principio también lo pensábamos”, aseguran. Y es que, además de las preocupaciones evidentes, también estaba que en su caso lo que han estado haciendo es dormir dentro del vehículo, en mitad de la calle. “¿Tendremos problemas con la policía? ¿Habrá grupos radicales que nos boicoteen?”, se preguntan.

Ochenta horas para cruzar la frontera...tras el motín de Wagner

Cuando ya estaba todo decidido, con la ruta planeada para entrar por la frontera que Rusia comparte con Letonia, llega el motín del Grupo Wagner, encabezado por el ya difunto Yevgueni Prigozhin. “Era 24 de junio, y el grupo Wagner se había amotinado. Esto lo cambiaba todo. Sabíamos que algo así podría llegar a pasar, pero no nos lo esperábamos. En esas horas de incertidumbre, dimos por cancelado nuestro viaje”, aseguran.

Después de normalizarse la situación, con el parón del motín tras la intervención del presidente de Bielorrusia, decidieron seguir su camino y encarar la frontera desde Letonia. Ahí llegó el gran problema de este viaje. Un trámite de apenas unos minutos que les llevó más de tres días. Ochenta horas en la carretera, sin apenas moverse, hasta conseguir entrar en Rusia. “El primer gran desafío al que nos enfrentamos, fue el cruce de la frontera. Fue un infierno. Apenas había 30 coches en la cola, pero hoy en día es totalmente disfuncional. Cualquier cosa parece hecha a propósito. Nos da la sensación que tiene que ver con temas más políticos que burocráticos”.

Y, después, dos nuevos problemas. Las tarjetas de crédito occidentales (Visa y MasterCard) no funcionan debido a las sanciones, por lo que tuvieron que llevar el efectivo necesario para pasar los días allí. Y, después, algunas páginas y redes sociales como Instagram están bloqueadas por el Gobierno. “Tuvimos que utilizar varios métodos como el uso de VPN, para evitar la sanciones. Aunque no siempre fue posible. Y aparte de estos inconvenientes, no estamos teniendo mayor problema”, indican Eduardo y Rocío.

En una situación como la actual, acercarse aunque sea de lejos a la frontera con Ucrania es más que una temeridad, además de ser una zona bajo un fuerte control militar. Por ello, lo más cercano fue la propia frontera con Letonia o durante los días que pasaron en Moscú. “Una distancia suficiente como para que sea atacada con drones ucranianos”, recuerdan. “En la única ciudad que hemos sentido más presente la guerra ha sido Moscú. La Plaza Roja estaba cerrada por el atentado que sufrió con drones y vimos a dos personas con publicidad apoyando a Putin”.

La visión de la guerra en Rusia

Según han podido recoger de testimonios in situ, la población rusa no está apenas pendiente del conflicto que mantiene con Ucrania. “Nos pensamos que nos íbamos a encontrar con una Rusia más movilizada, más implicada en la guerra”, señalan. En su lugar, pueblos que hacen su vida prácticamente normal, más allá de carteles para alistarse en el ejército o la característica letra ‘Z’ marcada en los tanques rusos.

“Cuando le contamos que venimos desde España, se han mostrado por un lado asombrados, y por el otro lado agradecidos de que visitemos su país”, afirman los aventureros, que a día de hoy ya han cruzado Rusia y se han adentrado en Kirguistán. Nuestra sensación es que la mayoría de la gente ‘pasa’ de la guerra. Los que se alistan lo hacen especialmente por la remuneración económica. El salario en zonas rurales raramente llega a los 500 euros, alistarse en el ejército, donde cobran entre 4 y 8 veces más, es ‘seductor’”.