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La explicación a los números que aparecen los techos de los taxis

Estos dígitos indican el tipo de tarifa que está aplicando el vehículo en ese momento, lo que determinará el precio final de la carrera.

El funcionamiento de los taxímetros es, para la mayoría, un absoluto misterio. Es habitual la estampa del turista sintiendo sudores fríos en el asiento de atrás mientras la pantallita de neón va mostrando una cifra cada vez más abultada. Son muchos los factores que determinan el coste final de una carrera en taxi. Además, las regulaciones varían dependiendo del país, de la ciudad o incluso del municipio.

La legislación para proteger al cliente y evitar posibles abusos o malas praxis entre los conductores es en muchos sitios cada vez más concreta y definida. Además, la estandarización de unas directrices generales aplicables a toda la profesión contribuye a democratizar y asegurar la sana competencia en el sector. La igualdad de condiciones queda garantizada gracias al mapeo de los límites que no se deben sobrepasar y de unos costes suficientes para asegurar el beneficio del trabajador.

Para eso sirven las famosas tarifas. Tradicionalmente, en España existen tres distintas —a la sazón, la 1, la 2 y la 3—. Cada una de ellas se aplica en unas circunstancias determinadas y la diferencia entre ellas radica en la fórmula empleada por el taxímetro para calcular el monto a pagar por el viajero. Condicionantes externos como la zona donde se recoge al cliente, el punto de destino, las condiciones del viaje o el tiempo total de este son algunos de los puntos clave que determinan bajo la influencia de qué tarifa cae cada trayecto.

Sensores y estímulos

El precio es generalmente ascendente. Es decir, están ordenadas de menos a más cara. Normalmente, el tercer nivel se reserva para traslados a sitios como aeropuertos o estaciones de tren y autobús. También puede suponer un coste extra el solicitar ser llevado fuera del municipio en el que se ha pedido el coche, si se lleva o no equipaje o el número total de pasajeros, que en algunos lugares puede incrementar el precio total.

Este modelo explica también el misterio de los números que lucen algunos taxis en sus señales luminiscentes del techo, que indican claramente el tipo de tarifa que está aplicando el vehículo en ese momento concreto. Por lo tanto, es un mecanismo de transparencia para que los consumidores tengan toda la información antes de solicitar el servicio. Así, si alguien se sube a un coche con el número 3 en su parte superior, lo hace conociendo de antemano que el coste será probablemente mayor.

Realmente, lo que cambia de un nivel a otro es la frecuencia con la que los sensores incorporados en el coche lanzan estímulos eléctricos al taxímetro. Cuanto menor sea el intervalo de tiempo entre estos, más rápido aumentará el saldo a abonar. En España, Barcelona fue la primera ciudad en adoptar globalmente este sistema y en incorporar los carteles en los techos de los taxis, en 1976. Desde entonces, se le han sumado muchos otros rincones del país.

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