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¿Has visto a alguien que se parece mucho a ti? Esta es la explicación

El estudio concluye que el parecido puede ir más allá del físico y sugiere que ambas personas se comportan de manera similar.

Twitter/Manel Esteller

Nuestro rostro es una de las características que más define nuestra identidad. Aunque hay muchas caras que se parecen entre sí. Habitualmente este parecido se da entre personas de la misma familia: hermanos, padres, abuelos, tíos, etc. Pero también hay desconocidos que presentan rasgos faciales similares y la ciencia ya ha dado una respuesta a por qué ocurre esto.

“Lo que más les une es su secuencia de ADN”, ha explicado en declaraciones recogidas por El País uno de los investigadores que ha participado en el estudio, Manel Esteller. Aunque para poder entender esta conclusión es necesario precisar qué elementos relacionados con el ADN han estudiado para el proyecto. Estos han sido la secuencia del ADN, que procede de herencia genética (genoma), una serie de compuestos que regulan el genoma (los epigenomas) y los microbiomas orales de cada persona.

El estudio señala que un total de 19.277 elementos (que reciben el nombre de nucleótidos) que conforman el genoma afectan a la fisonomía de cada uno. Y, de acuerdo a los resultados, las personas que se parecen mucho físicamente entre ellas tienen “todos estos nucleótidos iguales”, comentaba Esteller a La Vanguardia.

La investigación ha ido más allá del aspecto físico y sugiere que este parecido puede traspasar también al comportamiento o los hábitos de ambas personas. “Vimos que hay más determinación genética en si eran más zurdos o diestros, o en la capacidad de ser adictos”, ha explicado el experto.

A partir de fotografías

La investigación la han llevado a cabo a partir de las imágenes del fotógrafo canadiense François Bruenelle, que lleva retratando a personas de reseñable parecido físico que no compartían parentesco desde 1991.

Las imágenes fueron sometidas a distintos programas de reconocimiento facial de tal manera que fueran unos algoritmos los que constataran el parecido. Además, las 32 parejas escogidas debieron aportar una muestra biológica y ser sometidos a una serie de preguntas acerca de sus costumbres y hábitos.

Un retrato robot a partir de una muestra de ADN

Esteller ha indicado que, a pesar de las limitaciones de su investigación —como que las imágenes eran en blanco y negro o que la muestra estudiada es pequeña, entre otras—, esta puede contribuir a que, en un futuro, pueda tener implicaciones forenses. Porque, “a partir de un genoma desconocido, puedes empezar a hacer una cara. Y, por otra parte, a partir de la cara, también podremos empezar a deducir el genoma”, ha indicado el experto a El País.

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