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¿Es mejor ducharse por la mañana o por la noche? Los efectos según el horario en que te bañes

Si el objetivo de la ducha es activar el organismo, ducharse por la mañana será la mejor opción. Para la relajación, la mejor opción será por la noche.

Un hábito que está instaurado diariamente en la sociedad española no es otro que ducharse. Además de cumplir su principal función, obvia, de higienizar y asear el cuerpo humano, la acción de ducharse puede tener otras funcionalidades de las que dependerá establecer la mejor hora para ducharse.

Cada persona necesita de diferentes estímulos para poder tener alcanzar unos nivales razonables de bienestar en su día a día, por lo que los hábitos diarios de la persona se verán condicionados por sus necesidades. En el caso de la ducha, ocurre de la misma manera.

Ducha por la mañana

Los beneficios de ducharse por la mañana reside principalmente en la activación del sistema nervioso, estimulando la energía desde primera hora para afrontar el día. Además, permitirá realizar los quehaceres diarios de la forma más aseada posible.

El medio Mejor con Salud establece una lista de circunstancias en las que la ducha por la mañana sería la opción más óptima:

  • Te cuesta levantarte por la mañana.
  • Tardas en despertarte o activarte.
  • Te levantas cansado.
  • No puedes afeitarte bien de mañana.
  • Tienes la piel grasa.
  • Eres muy madrugador.
  • La ducha por la noche te desvela.
  • Tienes problemas para conciliar el sueño.
  • Sudas mucho por las noches (aunque sea invierno).
  • Trabajas en una oficina.

Ducha por la noche

Tal y como coinciden varios profesionales y expertos sobre la materia, la ducha por la noche tienen una función de relajación en el cuerpo humano. Su principal beneficio es que la reducción del estrés, suprimiendo los niveles de cortisol en el cuerpo (hormona que genera el estrés al organismo).

A continuación, las condiciones en las que una ducha nocturna encajaría mejor:

  • Tienes la piel seca.
  • Usas maquillaje o cremas diarias.
  • Llegas a casa muy cansado.
  • Precisas relajarte o calmarte.
  • Sufres de dolores musculares en los hombros y el cuello.
  • Estás bajo mucha presión o estrés.
  • Tienes un trabajo que te exige mucho físicamente.
  • Haces ejercicio todos los días.
  • Usas el transporte público o la bicicleta para moverte.
  • Te encargas de las tareas domésticas por la noche.
  • Trabajas en un ambiente con contaminación (como fábricas, talleres o vía pública).
  • Estás en contacto con gérmenes y virus (médicos, enfermeros, etc).
  • Llegas con mucho calor a casa y necesitas refrescarte.
  • Sudas durante el día.
  • Es verano.

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