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El truco para ahorrar papel higiénico

Aplastar el rulo de papel antes de introducirlo en el portarrollos contribuye a economizar su uso, al igual que dosificar las cantidades empleadas.

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Pixabay

Desde mediados del siglo XIX hay un producto que ha llegado a los hogares de Occidente para quedarse: el papel higiénico. Su producción en masa, que se remonta a 1857, ha supuesto un antes y un después en el ámbito de la higiene personal. Y, a día de hoy, nos cuesta imaginar tener que prescindir de él.

Sin embargo, su uso resulta perjudicial para el medio ambiente, especialmente si lo consumimos de forma masiva. Asimismo, el coste mensual que supone este producto a una familia puede aumentar considerablemente el precio de la cesta de la compra, sobre todo si se trata de un hogar muy numeroso. Por eso, os proponemos algunos trucos que pueden contribuir a economizar la cantidad de papel higiénico consumida en cada casa.

El primero de ellos pasa por aplastar el rulo antes de colocarlo en el portarrollos. De esta manera, a la hora de ir a coger papel, será más difícil desenrollarlo. Y, por tanto, la persona que lo vaya a usar se limitará a utilizar la estricta cantidad que precise, ni un cacho más. Porque, aunque se haga de manera inconsciente, hay quien tiende a coger más de lo que necesita.

Otros métodos

Además de este, hay otros trucos que también pueden contribuir a economizar el uso del papel higiénico o, al menos su coste. Eso es lo que ocurre cuando se compra en paquetes de grandes cantidades, que el precio por rollo se ve disminuido. También se puede dosificar la cantidad de papel que empleamos por uso.

Otra opción es buscar vías alternativas, sustituir el papel higiénico por otros productos. Por ejemplo, en algunos hogares ya han apostado por usar toallas de tela reutilizables o limpiarse directamente con agua, como hacen en Oriente Medio y Asia.

Los romanos usaban una esponja con vinagre

La llegada del papel higiénico a la mayoría de hogares no sucedió hasta mediados del siglo XIX, por lo que a lo largo de la Historia de la Humanidad ha habido múltiples maniobras para mantener una buena higiene personal en este ámbito. En Grecia y Roma el equivalente al actual papel higiénico era el pessoi, que consistía en pequeños restos de piedra o cerámicas rotas.

Pero ese no es el único utensilio. En la Antigua Roma, por ejemplo, existe documentación de un artefacto llamado tersorium. Este consistía en una esponja mojada en vinagre clavada a un palo. Sin embargo, según detallan en National Geographic, los historiadores desconocen si servía para limpiar el cuerpo humano o las letrinas de los baños.

Donde sí empleaban algo similar era en China. En las antiguas letrinas los expertos han descubierto lo que han denominado “palos de higiene”, que consistían en unos trozos de bambú envueltos en tela. Es más, es en China donde han encontrado los primeros prototipos de lo que terminaría convirtiéndose en lo que hoy denominamos papel higiénico.

Desde el siglo II d.C

Los historiadores datan algunos modelos similares al papel higiénico en el siglo II d.C. La prueba reside en un trozo de papel de cáñamo localizado en la tumba del emperador Wu Di, cuyo mandato sucedió en esa época. Se trata de un tipo de papel que resulta demasiado tosco para ser empleado en la escritura, por lo que los expertos creen que se usaba para la higiene personal.

Más adelante, a finales del siglo XIV, ya hay datadas producciones masivas de papel higiénico realizado con arroz. Este iba destinado a la familia imperial china, según recoge la revista estadounidense. Y, finalmente, a partir del siglo XIX, el inventor Joseph Gayetty fue el que puso en marcha la idea de papel higiénico que ha llegado a nuestros días.

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