Una experta revela un problema reciente en parejas a raíz de la relación difícil entre las mujeres y sus padres

La relación entre padres e hijos no siempre es fácil y esta puede empeorar en momentos de la vida en los que hay un mayor estrés. La psicóloga y psicoterapeuta, Leea Stenvall, advierte de que los problemas de relación de las personas con sus progenitores pueden darse especialmente en ciertas épocas como los embarazos, divorcios, accidentes o cuando surgen algún tipo de trastornos psicológicos.

Este hecho surge a raíz de la búsqueda de ‘explicaciones’ y de reflexionar sobre el tipo de crianza que tuvo. Estas reflexiones suelen llevarse a cabo por los hombres cuando se convierten en padres, mientras que en el caso de las mujeres se produce más en las relaciones amorosas, indica la psicóloga.

Parecidos entre la pareja y el padre

La relación que han tenido las mujeres con su padre puede influir en los requisitos o características que buscan en su pareja masculina. “Al enamorarse, una mujer puede pensar en cómo han sido los hombres de su vida, cómo han actuado, pensado y expresado”, indica Stenvall.

Muchas mujeres reconocen que existe cierto parecido del padre con su pareja, algo habitual, ya que en el enamoramiento se produce una sensación en el subconsciente de familiaridad. No obstante, esto también puede darse de forma contraria, es decir, que se rechace una relación porque la persona comparte algún rasgo desagradable con el padre. Por ejemplo, una mujer decide poner fin a una relación en la que su pareja tiene problemas de alcohol, al igual que su padre.

“No existen estándares para una relación paterna normal”

Según esta experta, si la relación con el padre ha sido conflictiva, la decisión de mantenerse en una relación amorosa se basa en esta propia experiencia. “No existen estándares para una relación paterna normal. En cambio, debes confiar en tus propios sentimientos. Si el sentimiento te dice que la relación ha sido normal y no problemática, entonces probablemente lo sea”.

Los padres ausentes son aquellos que no pueden o no quieren involucrarse con sus hijos, lo cual tiene unas consecuencias negativas a nivel emocional que pueden arrastrarse durante toda la vida. El ser consciente de la ausencia paterna es algo que en muchas ocasiones sucede ya en la edad adulta, ya que en muchos casos los niños crecen en ambientes positivos, a pesar de todo.

“La privación emocional es silenciosa y es difícil reconocerla en la infancia. Puede ser que haya faltado una cercanía genuina, que no se hayan discutido en absoluto los sentimientos con el padre y que las crisis se hayan silenciado como secretos familiares”, advierte Stenvall. Estas circunstancias pueden desembocar en adultos depresivos, agresivos, con trastornos alimentarios u otro tipo de problemas psicológicos.

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