Josep M. Trigo, investigador del CSIC: “3I/ATLAS es un eslabón perdido tremendamente importante para entender otros sistemas planetarios”
El investigador analiza el valor científico del cometa interestelar 3I/ATLAS. También explica su relevancia para el estudio del Sistema Solar.
Josep Maria Trigo es miembro del Grupo de Asteroides, Cometas y Meteoritos del Instituto de Ciencias del Espacio (CSIC) y del Institut d’Estudis Espacials de Catalunya (IEEC). El investigador analiza la relevancia científica del cometa interestelar 3I/ATLAS, uno de los escasos visitantes procedentes de otros sistemas estelares detectados en el Sistema Solar. A lo largo de la conversación, explica por qué este objeto es clave para comprender los procesos de formación planetaria, cómo se estudia el comportamiento de cometas y asteroides, y cuál es el papel de la investigación y las misiones espaciales en la vigilancia, detección temprana y mitigación del riesgo de impacto sobre la Tierra.
Pregunta: El cometa 3I/ATLAS es solo el tercer visitante interestelar identificado en nuestro Sistema Solar. ¿Qué características lo convierten en un objeto especialmente valioso para la investigación científica?
Respuesta: La verdad es que conforme hemos ido aprendiendo del 3I/ATLAS, ha ganado interés. Primero por ser un auténtico superviviente que ha viajado por el medio interestelar desde que salió despedido de su sistema planetario hace miles de millones de años. Segundo porque muestra propiedades bastante inusuales en los cometas del sistema solar. Tercero porque a pesar de ello, su afinidad espectral con ciertos cuerpos del sistema solar lo convierte en un eslabón perdido tremendamente importante.
P: ¿Cuál es el principal reto al predecir el comportamiento de un cometa cuando se acerca al perihelio, y cómo afecta eso a su visibilidad desde la Tierra?
R: Se ha hablado largo y tendido sobre los efectos no gravitatorios, principalmente producidos por el efecto de retroceso que generan los chorros de gas y polvo que genera el cometa. Sin embargo, esos efectos, también conocidos en otros cometas, son bastante mínimos. 3I/ATLAS entró al Sistema Solar desde una órbita hiperbólica con una velocidad de 58 km/s relativa al Sol y saldrá siguiendo una órbita similar, sin grandes perturbaciones.
P: En su trabajo liderando la Red Española de Investigación sobre Bólidos y Meteoritos (SPMN), ¿qué le ha sorprendido más en el estudio de bólidos o meteoritos que provienen de cometas respecto a los que provienen de asteroides?
R: Llevamos a cabo una labor diaria para identificar aquellas bolas de fuego que pueden generar meteoritos. La mayoría no lo hace porque la atmósfera es un excelente escudo contra estos rapidísimos proyectiles. La mayoría de rocas que nos llegan de asteroides se desintegran conforme alcanzan las capas más densas de la atmósfera. Sólo aquellas con un tamaño en torno al metro y una masa inicial de toneladas que posean menor velocidad de entrada pueden llegar a producir caídas de meteoritos, aunque mayoritariamente sin ser un riesgo dada la fragmentación progresiva que experimentan. Respecto a los cometas, sus fragmentos son agregados frágiles y se desintegran sin producir meteoritos.
P: En relación con los asteroides: ¿cómo evaluamos el riesgo de impacto para la Tierra, y qué papel tienen ustedes como investigadores en ese proceso de vigilancia y alerta?
R: Se evalúa en términos estadísticos en función de los asteroides conocidos. Desde el ICE-CSIC y el IEEC participamos activamente en el International Asteroid Warning Network (IAWN), participando activamente en el estudio astrométrico de nuevos objetos para precisar sus órbitas. Estuvimos, por ejemplo, entre los primeros grupos científicos participantes en la mejora de la órbita del cometa interestelar 3I/ATLAS.
P: Volviendo al cometa ATLAS: Los cometas interestelares ofrecen una oportunidad única para comparar la química y la física de otros sistemas estelares con la nuestra. ¿Qué preguntas fundamentales sobre el origen de los sistemas planetarios podría ayudarnos a responder 3I/ATLAS?
R: Tal y como hemos descubierto, su afinidad espectral con ciertos cuerpos primitivos de los que proceden las condritas carbonáceas del grupo Renazzo, posiblemente algunos objetos remotos conocidos como transneptunianos (TNO), ejemplifica que los procesos formativos de esos cuerpos formados más allá de los planetas gigantes y, particularmente, la química en otros remotos lugares de la galaxia debe ser similar a la que conocemos en nuestro entorno local.
P: ¿Hasta qué punto los cometas pueden diferenciarnos entre cuerpos que provienen del sistema solar vs. visitantes interestelares, y qué criterios observacionales utilizamos para ello?
R: Podemos emplear un conjunto muy extenso de técnicas observacionales para determinar las características y propiedades del objeto que observamos. Necesitamos descubrirlos con suficiente antelación para que los espectros de reflexión nos proporcionen información sobre sus componentes minerales.
P: Usted también ha trabajado en la divulgación del riesgo de impacto por asteroides y cometas (por ejemplo, su libro La Tierra en peligro. El impacto de asteroides y cometas). ¿Cuál considera que es el mayor desafío para que la sociedad comprenda esta amenaza sin caer en alarmismos?
Los científicos estamos aquí para ayudar"
Josep M. Trigo
R: El mayor desafío posiblemente esté en que el público entienda que los científicos estamos aquí para ayudar. Deben seguirse las informaciones que tanto la ESA, la NASA y otros organismos públicos generan sobre el riesgo de impacto sin caer en alarmismos. La mayoría de científicos somos parte y estamos al servicio de la sociedad. No tiene sentido hacer caso a especulaciones y supuestas tramas que ocultan datos. La ciencia tiene sus limitaciones iniciales porque necesita tiempo para tomar medidas y analizar los datos, pero al final siempre acaba imponiéndose sobre quien solo busca salir en las noticias, para vender más libros y seguir engañando al público.
P: ¿Qué papel juegan las misiones espaciales (o deberían jugar) en la mitigación del riesgo de impacto de un asteroide o cometa, y qué casos de estudio le parecen más prometedores?
R: Un papel fundamental. Sin ellas no tendríamos imágenes directas de esos pequeños cuerpos ni tampoco muestras para estudio en nuestros laboratorios de esos cuerpos. Las misiones espaciales nos permiten descubrir otros mundos tal y como son, reconstruyendo sus formas y dimensiones pero también aprendiendo sobre sus propiedades físicas y composición.
P: En cuanto a meteoritos: ¿cuál ha sido, en su experiencia, uno de los hallazgos más significativos en España o en Europa que haya aportado información clave sobre la evolución del Sistema Solar?
R: Desde el establecimiento de nuestro proyecto de la Red Española de Investigación sobre Bólidos y Meteoritos hemos conseguido identificar cuatro nuevas caídas en España, caracterizando y dando nombre a esos meteoritos. La mayoría de caídas corresponden a una clase que denominamos condritas. Son las baldosas formativas de los planetas que conocemos, con edades de formación decenas de millones de años anteriores a nuestro planeta.
P: ¿Cómo se coordina la vigilancia de chatarra espacial, bólidos, meteoritos y asteroides en España y Europa? ¿Qué mejoras cree que serían necesarias?
R: Analizando día a día decenas de vídeos para establecer los eventos más significativos. En un futuro tenderemos a uniformizar el proceso y a automatizar el sistema de detección y procesado para que sea un proceso más sistemático e independiente.
P: En el caso de un objeto detectable que podría tener riesgo de impacto, ¿cuál sería la ventana de tiempo usual para intervenir y qué tecnologías están al alcance hoy?
R: En ese caso hablaríamos de asteroides. Los que contribuirían a riesgo real, aquellos de varias decenas de metros de diámetro, ya son detectables con semanas de margen. Eso nos permite poder mejorar sus órbitas y predecir posibles lugares de impacto para desarrollar sistemas paliativos. Sin embargo, no hay ningún asteroide conocido que suponga un riesgo significativo hoy por hoy. Si se descubriese alguno nuevo, como ejemplifica el asteroide Apolo 2024 YR4 de entre 40 y 90 metros de diámetro, tendríamos en torno a varios años de margen para desviarlo con un impactador cinético como DART (NASA).
P: ¿Cómo cree que evolucionará en los próximos 10-20 años la detección y seguimiento de pequeños cuerpos (asteroides, cometas, meteoroides) gracias a nuevos telescopios o misiones?
R: Vamos a desarrollar nuevas misiones espaciales que buscarán su detección temprana sin el sesgo que impone la observación desde el suelo. Por otro lado, misiones como Comet Interceptor de la ESA nos permitirán estudiar de cerca algún próximo visitante interestelar.
P: ¿Qué mensaje le daría a un joven estudiante que quiera dedicarse a la meteorítica, vigilancia de asteroides o defensa planetaria?
R: Pues que es un momento excelente para formarse en este campo. Puede llegar a trabajar con nosotros tanto desde la física o la química como a través de la ingeniería aeroespacial. Para mí, formar doctores de excelencia en estos campos lo considero el mejor legado. Ahora, que se apueste un poco más para darles oportunidades en nuestro país.
P: ¿Qué tema de investigación suyo actual cree que debería conocer la sociedad y los medios, pero que aún no recibe la atención que merece?
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R: Ahora mismo me gustaría que el público llegase a valorar como se merece el estudio pionero que estamos haciendo desde Barcelona de meteoritos Antárticos de la NASA, muestras retornas por misiones espaciales y rocas lunares. Pienso que desde el ICE-CSIC estamos asentando las bases de la exploración espacial de futuras generaciones, con una mirada abierta al origen de la vida, pero también a retos tecnológicos que están a la vuelta de la esquina, como la minería espacial.
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