El poder ‘oculto’ de los medicamentos contra la obesidad: puede reducir la inflamación

Durante décadas son varios los medicamentos que han salido al mercado y que prometen combatir contra la obesidad. Un problema que afecta cada vez a más personas en todo el mundo. Según Atlas Mundial de Obesidad 2023, más de 4.000 millones de personas en el mundo sufrirán sobrepeso y obesidad para el año 2035, frente a los 2.600 millones de 2020.

Un problema que, más allá de lo estético, es uno de los principales factores de riesgo para diversas enfermedades como la diabetes, hipertensión o algunos tipos de cáncer. Alguno de estos últimos medicamentos han conseguido una alta eficacia contra la reducción de peso, y también, la diabetes. Pero, según un estudio publicado por Nature, también cuentan con un ‘superpoder’ menos conocido: su capacidad para suprimir la inflamación.

De acuerdo con el estudio, la evidencia científica sugiere que estos medicamentos clasificados como ‘agonistas’ del receptor GLP-1 (tales como Mounjaro, Wegovy y Ozempic), son capaces de reducir la inflamación en el hígado, los riñones y el corazón. Incluso, apuntan los expertos, parecen reducir la inflamación en el cerebro. Un aspecto que lleva a los científicos a pensar en que podrían ser usados también para tratar el párkinson y el alzhéimer.

“La próxima generación de medicamentos podría estar aún más dirigida a reducir estas nuevas vías de inflamación que hemos identificado”, indica Daniel Drucker, endocrinólogo de la Universidad de Toronto.

Efectos a nivel general

Estos ‘agonistas’ del receptor GLP-1 incluyen semaglituda, un medicamento que se comercializa como Wegovy para la obesidad y Ozempic para la diabetes, y tirzepatida, comercializado como Mounjaro para la diabetes y Zepbound para la obesidad. Estos medicamentos, lo que hacen, es imitar una hormona intestinal que se llama péptido similar al glucagón 1, que actúa sobre el cerebro reduciendo el apetito y controlando los niveles de azúcar en sangre.

Pero además de estos efectos, en los últimos años se ha descubierto la capacidad de la hormona para calmar la inflamación, causada por células inmunes y sustancias químicas del sistema inmunitario. En años pasados, son varios los agonistas del receptor GLP-1 los que han sido capaces de aliviar la inflamación en diferentes órganos. “Sabemos por estudios en animales y en humanos que el GLP-1 parece reducir la inflamación en casi todas partes”, apunta Drucker.

Según el estudio, tanto las reducciones en el peso como en el azúcar en sangre que producen estos medicamentos ayudan a controlar la inflamación. Incluso, algunos de los efectos de estos medicamentos se dejan notar antes de conseguir una pérdida de peso importante. Al hilo de esto, los científicos notaron que los receptores GLP-1 son escasos en las células inmunes en muchos tejidos en los que la hormona y sus imitadores reducen la inflamación, pero abundan en el cerebro.

Potencial uso contra el Parkinson y el Alzheimer

Estos poderes antiinflamatorios son prometedores y, por tanto, podrían emplearse para tratar enfermedades neurodegenerativas, tales como el párkinson y el alzhéimer. Ambas afecciones se caracterizan por una neuroinflamación que, hasta el momento, las terapias actuales no pueden abordar de forma eficaz.

Y en ambas, las proteínas patológicas (la beta-amiloide en el alzhéimer y la alfa-sinucleína en el párkinson) interactúan con algunos receptores en el cerebro que incitan una cascada de eventos que causan inflamación. De acuerdo con Nigel Greig, farmacólogo de los Institutos Nacionales de Salud en Baltimore, una inflamación excesiva puede contribuir a la enfermedad. Pero los antagonistas del receptor GLP-1, al parecer, tiene la capacidad de reducir la inflamación en el cerebro. Asimismo, la acción antiinflamatoria de los citados medicamentos podría ayudar a aumentar su eficacia contra la diabetes y la obesidad.