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Carnaval 2023: qué es un popurrí, cuál es su origen y significado y quiénes lo cantan

Es una de las partes más importantes de la tradicional chirigota, y funciona como colofón final a los ingenios carnavaleros.

EFE

Ya se oyen las trompetas y las coplillas por las calles de muchas ciudades españolas. Ha llegado el Carnaval, esa época del año en la que toda persona con ganas de divertirse desempolva el disfraz y sale en busca de música, baile y alegría. Si bien es verdad que la celebración no tiene la misma importancia en todas las partes del territorio nacional, también lo es que, en mayor o menor medida, todo ciudadano de este país ha vivido alguna vez en sus carnes el desenfreno febril de los febreros. Ya sea enterrando la sardina o escuchando chirigotas imposiblemente ingeniosas.

Hay toda una subcultura formada en torno a estas expresiones culturales. Para el gaditano medio, por ejemplo, el Carnaval es como una segunda Navidad. Mucha gente siente devoción sincera por los cancioneros propios de esta época del año, y pasan meses preparándose para tener su momento de gloria. La mención de Cádiz no es casual, pues en esto son amos y señores. Nadie lo hace como ellos. La chirigota de allá es un fino arte cuidadosamente cultivado a lo largo de las décadas, y que ha sido inspiración hasta para la literatura académica. Una parte fundamental de la identidad colectiva.

La chirigota consta de varias partes, aunque su forma suele ser bastante flexible. Primero, la presentación, luego los pasodobles, después los cuplés y como colofón el popurrí. Esto último es, probablemente, lo más importante. Es el golpe encima de la mesa en el que todo el poder creador de los intérpretes debe desplegar sus alas. Los segundos que decidirán la intensidad de los aplausos del público. Es muy difícil hacer un buen popurrí. Los que saben, valoran y juzgan diferentes aspectos, que van desde la técnica hasta la lírica. Por simplificar, este tramo final es un compendio de cantares que suelen tomar como referencia el ritmo de una canción que ya existe pero modifican la letra para añadirle contenido satírico sobre un tema de actualidad.

Suele ser una sucesión rápida donde se cambia rápidamente, y sin apenas transición, de un tema a otro. El gran desparpajo que muestran algunas de estas exhibiciones es digno de museo. Y eso que los arquitectos de la puesta en escena suelen ser aficionados al Carnaval que simplemente lo hacen para divertirse y para mantener encendida la antorcha de la tradición. El número de los artistas es variable, el popurrí lo puede interpretar desde un modesto cuarteto a un coro con decenas de gargantas y guitarras.

Es también habitual que los ritmos prestados provengan de las canciones más populares de ese año. Por ejemplo, pululan por internet infinidad de modificaciones carnavaleras de temas como Despacito. Y no hay que ser muy imaginativo para asumir que, este año, habrá unas cuantas con los “tú” de Shakira. En esta sarcástica y ácida disciplina vale casi todo, siempre y cuando se transmita con el gracejo y la soltura que son absolutamente obligatorios para ser docto en esta materia. Nadie puede acusar a este país de no saber reírse de todo y de todos.

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