El doblete del cohete ruso

El doblete en velocidad en unos Juegos Olímpicos ha sido siempre esquivo a los europeos. Valeri Borzov fue una excepción en Múnich 1972. El soviético se proclamó campeón olímpico en 100 y 200 metros lisos ante la humillación de los estadounidenses, acostumbrados a volar sobre los comunistas en estas pruebas. El firme paso de Borzov hacia el título de rey de la velocidad empujó su nombre hacia el haz y el envés de la popularidad. Mientras en Moscú era adorado, Borzov corrió durante aquellos diez segundos con el miedo a recibir un disparo en la cabeza. Una organización independentista ucraniana le había amenazado de muerte si volvía a representar al rojo soviético. Borzov había tenido que esperar a los Juegos de Múnich para catar el sabor olímpico, pues una lesión le impidió representar a su país en México'68. Después de un año sabático tras sus éxitos olímpicos de Múnich, en los Europeos de Roma de 1974 el doblete volvió a caer en sus manos. En Montreal'76 Borzov ya no era barajado entre los favoritos de los 100 metros, aunque registró el bronce, al igual que en el hectómetro. A sus cinco metales olímpicos hay que añadir las siete ocasiones en que fue campeón de Europa Indoor, entre los años 1970 y 1977. Tras su retirada en 1979, provocada por una lesión crónica, Borzov se casó con la gimnasta rusa Ludmilla Tourischeva, ganadora de cuatro oros, tres platas y dos bronces entre 1968 y 1976. Borzov presidió el Comité Olímpico de Ucrania entre 1991 y 1998, y fue miembro del COI. El atleta ocupó la cartera de Juventud y Deporte como ministro ucranio durante los años 80. Una mancha preside su historial: el cohete ruso siempre arrastrará el lastre de las sospechas de dopaje. Tras su éxito en 1972, desde Estados Unidos se desataron especulaciones sobre la supuesta ilegalidad de las victorias de Borzov, calificado como un "velocista de laboratorio" al otro lado del Pacífico. Estas teorías se apoyaban en la condición de biólogo de su principal tutor, Valentin Petrovski. Incluso tres décadas después, el caso Balco ensombreció los triunfos de Borzov. Remi Korchemny, otro de sus entrenadores, figuró en aquella lista negra que bajó a los infiernos a Marion Jones o Tim Montgomery. Fran Fermoso