El waterpolo lleva su nombre

No sería justo identificar a Manel Estiarte Duocastella simplemente como el Maradona del agua, el delfín goleador o el mago de las piscinas. Su perfil va mucho más allá de los meros calificativos y se ajusta más a las escandalosas cifras que dejó en los anales del waterpolo como el mejor jugador de la historia. Estiarte tiene la autoridad que le confieren 25 años como profesional del waterpolo y seis Juegos Olímpicos a sus espaldas (Moscú, Los Ángeles, Seúl, Barcelona, Atlanta y Sydney). Es, en primer lugar, un testigo privilegiado de su época, ya que ha podido observar desde primera línea cómo evolucionaba el deporte español en general, y el waterpolo en concreto. Estiarte debutó con tan sólo 15 años con la selección nacional y, desde luego, él ni imaginaba que luciría la bandera de España hasta acumular 580 partidos como internacional y 1.561 goles. Los profanos de este deporte -la gran mayoría- le conocen por sus logros en los Juegos Olímpicos. En Moscú'80 y en Barcelona'92 fue el máximo goleador del campeonato, aunque en estos últimos vivió su mayor decepción al perder la final ante Italia. Sin embargo, en Atlanta'96 alcanzó la gloria al colgarse la medalla de oro junto a Jordi Sans, el malogrado Rollán... y su incombustible entrenador, Joan Jané. A nivel individual, tampoco hay que olvidar que fue el abanderado español en Atlanta y portada del número especial que el prestigioso semanario Sport Ilustrated dedicó a dichos Juegos. Premio Príncipe de Asturias de los Deportes en 2001, el palmarés de Manel Estiarte, un bajito del waterpolo con su 1,76, casi no tiene fin. A nivel de clubes sus éxitos son abrumadores: dos copas de Europa, tres Recopas, ocho Ligas, diez Copas, siete veces nombrado mejor jugador de waterpolo del mundo... muchos de tales éxitos logrados en Italia, donde emigró en 1984 para fichar por el Pescara, una ciudad donde le veneran. Manel Estiarte es, en definitiva, el mejor compendio de historia viva del waterpolo. Pablo Bargueño