El gimnasta de hierro

Borís Shakhlin escenificó a la perfección en las décadas de los cincuenta y sesenta la rigurosísima disciplina de la vieja escuela soviética de gimnasia, la misma que confería a sus gimnastas el máximo espíritu competitivo y una frialdad y dureza a prueba de balas. Y la misma que llevó a este ucranio a ganar trece medallas olímpicas, siete de ellas de oro. Shakhlin ha pasado a la historia como el gimnasta de hierro por varios motivos. El primero de ellos, por su formación, no en vano quedó huérfano desde niño y fue criado por sus abuelos. Comenzó su entrenamiento a los doce años en la gélida Siberia. También fue de acero el gimnasta soviético por su inusual constitución, excesivamente grande para un gimnasta al uso. Dicha altura le proporcionó brillantes triunfos en la barra fija pero más inconvenientes en los ejercicios de suelo. Sin embargo, su tremenda resistencia fue sobradamente demostrada en los Juegos Olímpicos de Roma en 1960. En Italia se hizo con el oro en paralelas, caballo con arcos, concurso completo y potro. Pero curiosamente estos preciados metales no fueron los que más satisfacciones dieron a Shakhlin en su carrera como gimnasta, sino un bronce. Durante la final de barra fija, al gimnasta ucranio se le rompió un callo de la mano, y a pesar de que estuvo sangrando, consiguió terminar el ejercicio y acabar en tercera posición. Además de las 13 medallas olímpicas logradas entre Melbourne'56, Roma'60 y Tokio'64, Borís Shakhlin fue seis veces Campeón del mundo y de Europa. Todo ello antes de que dejara la máxima competición a los 35 años por problemas cardíacos. Ya retirado, se dedicó a la enseñanza como profesor asociado en el Instituto de Educación Física de Kiev y fue árbitro internacional de la Federación Internacional de Gimnasia. Ironías de la vida, el gimnasta de hierro falleció a los 76 años de un ataque al corazón el 30 de mayo de 2008. Pablo Bargueño