La primera medalla del atletismo español en unos Juegos se gestó en una autopista en construcción, la que enlaza Valencia con Tarragona. Allí se entrenaba Jordi Llopart, un administrativo de El Prat de Llobregat que se convirtió en leyenda olímpica nacional al colgarse la plata en el podio del estadio Lenin, en Moscú'80, tras terminar segundo en los 50 kilómetros marcha. Su gesta abrió la veda a otras posteriores en esta disciplina (Daniel Plaza en Barcelona'92, Valentí Massana en Atlanta'96 y María Vasco en Sydney'2000) y ayudó a popularizar y dignificar un deporte que hasta entonces era desconocido y objeto de las risas de muchas personas que no entendían esa manera tan singular de moverse. Dos años antes había ganado el Europeo de Praga, así que su plata en Moscú vino con preaviso. Él y su compañero de generación, José Marín, fueron marchadores de gran técnica que redujeron al mínimo las descalificaciones, algo que inculcaron después a sus alumnos. Años más tarde, Llopart también contribuyó al auge de la marcha en Estados Unidos. Entrenado por su padre, Moisés Llopart, su éxito tuvo un aroma doméstico, lejos de los entrenadores extranjeros y los métodos científicos que luego se aplicaron a la marcha con la llegada del plan ADO. Cuando se retiró de la competición, Jordi siguió el camino de su progenitor y fue el entrenador de Daniel Plaza, con el que ganó el oro en la cita olímpica de Barcelona. Lorenzo Calonge
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