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Aniversario

Los mejores juegos de Nintendo 64

La primera consola de Nintendo con plenas capacidades 3D acaba de cumplir 25 años. Celebramos el aniversario eligiendo y recordando sus 10 mejores juegos.

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Los mejores juegos de Nintendo 64

El 23 de junio de 1996, Nintendo 64 se puso a la venta en Japón. La Saturn de Sega y la PlayStation de Sony se le habían adelantado por cosa de año y medio, y la segunda no tardaría demasiado en erigirse como la más exitosa de la generación, marcando el inicio de una nueva era para la industria. Sin embargo, aunque los números son los que son y no mienten, no hay un baremo que pueda cuantificar la sensación de coger por primera vez el extravagante mando con tres soportes y usar el analógico para controlar con una precisión sin precedentes a Mario alrededor del castillo de Peach, o girar suavemente el ala delta que debía atravesar anillos en una prueba de Pilotwings.

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Para Nintendo, la consola supuso el fin de una hegemonía cada vez más disputada. Pero para sus usuarios, significó la gran fidelidad gráfica de Star Wars: Rogue Squadron, el multijugador a cuatro de Super Smash Bros., los increíbles efectos acuáticos de Wave Race 64, la inmersiva vibración de Lylat Wars, la acción y exploración con vehículos en campo abierto de Body Harvest, el exquisito manejo 3D de F-Zero X o el estreno de Waluigi en Mario Tennis (no todo iba a ser bueno). También la primera irrupción a lo grande de los FPS en consolas, dejando nombres propios como Turok: Dinosaur Hunter y adaptando con más soltura nombres tan emblemáticos de PC como DOOM o Quake. Sí, Nintendo 64 no logró las cifras de NES o SNES antes, ni las de Wii o Switch después. Pero ayudó a evolucionar el medio, a empujarnos hacia donde estamos ahora. Así que, con la intención de celebrar su 25 aniversario, hemos decidido votar y crear una lista con sus diez mejores juegos.

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10. Paper Mario

Al igual que en el top de GameCube realizado el mes pasado, la saga Paper Mario se encarga de abrir —o cerrar, según se mire— el top de Nintendo 64. Puede que ahora se haya convertido en una saga de entidad que no debe faltar en ninguna consola de Nintendo que se precie, pero lo cierto es que por aquel entonces Intelligent Systems se vio en la complicada tesitura de suceder a Super Mario RPG, JRPG de alta calidad firmado por Squaresoft en su época dorada. Huelga decir que el estudio responsable de Fire Emblem estuvo más que a la altura, y Paper Mario no solo ofreció más rol de primer nivel con el fontanero, supo reinventar la fórmula y marcar un nuevo camino a seguir que ahora los fans añoran cuando las secuelas se apartan de él.

El uso de personajes de papel en mundos tridimensionales creó un contraste único y capaz de mantenerse vigente a lo largo de las décadas gracias a la posibilidad de dibujar animaciones más detalladas como en sprites 2D. Pero Paper Mario era mucho más que una cara bonita, apareció con un guion hilarante —traducido para satisfacción de usuarios que todavía se estaban acostumbrado a esta práctica por parte de Nintendo—, un repertorio de mundos y situaciones que salían de lo antes visto en el Reino Champiñón, y también con un sistema de combate personalizable gracias al uso de medallas equipables (con multitud de mejoras y efectos para elegir), dinámico gracias al uso de comandos activos para ejecutar los ataques, y variado gracias a la rotación entre secundarios con habilidades propias. Un gran inicio para una gran saga.

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9. Turok 2: Seeds of Evil

Con las grandes compañías third party más cómodas en PlayStation, Nintendo y Rare tuvieron que tirar del carro con más fuerza con nunca, razón por la que prácticamente monopolizan la lista. Pero un top de Nintendo 64 no estaría completo sin la mención de honor a la extinta Acclaim, que entonces se encontraba en su apogeo y dejó multitud de joyas como Extreme-G, Forsaken, Shadow Man o, por supuesto, Turok. Adaptada a partir una licencia comiquera, la primera entrega se lanzó al mismo tiempo que la consola en Europa e impactó por ofrecer exploración y tiroteos en enormes junglas primigenias. El juego fue un éxito, así que Iguana Entertainment, el estudio responsable, afrontó la secuela con más confianza y ambición. Tanto, que a Nintendo 64 le costaría mover sus mundos. Pero qué mundos.

Seeds of Evil ofreció una escala sin parangón. Seis niveles gigantescos e intrincados, con sus propios peligros e inspiraciones arquitectónicas. El alto nivel de detalle y la portentosa banda sonora nos transportaba a asentamientos asolados por la guerra con dinosaurios antropomórficos, cementerios con criaturas de ultratumba, ciénagas engullidas por la oscuridad, reinos de insectos alienígenas... El gunplay era algo más lento que el de su predecesor porque Turok 2 abrazaba un desarrollo más aventurero, pero también porque los enemigos eran más inteligentes y estallaban en una satisfactoria lluvia de sangre al atinarles con las armas más contundentes. Decapitaciones, brazos amputados o columnas vertebrales expuestas también estaban a la orden del día, y eso es sin entrar en cómo el ocurrente Cerebral Bore succionaba los cerebros hacia fuera de los cráneos. Un amor de juego.

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8. Diddy Kong Racing

Solo dos juegos de carreras se han abierto camino hacia este top, y decimos solo porque la cantidad y variedad que dejó Nintendo 64 en este terreno sería material para otro reportaje. Que ambos sean, además, juegos de karts, puede hacer que alguno eche de menos a los ya citados F-Zero X y Wave Race 64, u otros exponentes de registros diferentes como 1080º Snowboarding o Excitebike 64. Pero hay buenas razones para elegir a los que han entrado y, como comentamos semanas atrás, Diddy Kong Racing fue el pináculo monojugador de un subgénero que alcanzó su mayor esplendor esa generación. Como ya había hecho antes (con Donkey Kong Country en los plataformas 2D) y volvería a hacer después (con Banjo-Kazooie en los plataformas 3D), Rare miró a Nintendo y le dio su propio giro a una fórmula de éxito contrastado.

DKR, de hecho, se adelantó a Banjo a la hora de introducir la búsqueda y recolección de objetos para abrir mundos donde recoger más objetos (globos dorados que abrían puertas numeradas). Tomando tantas notas de Super Mario 64 como del propio Mario Kart 64, el juego no conectó sus circuitos a través de un menú con copas, sino de un mundo central que podíamos explorar con tres vehículos diferentes (un kart, un aerodeslizador o una avioneta) y daba libertad en el orden para acometer las diferentes pruebas. No faltaban, por supuesto, carreras por tierra, mar y aire, con power-ups codificados por colores y potenciables —recogiendo varios iguales en serie— para añadir un mayor componente táctico, pero tampoco misiones en clave modo batalla, recolecciones de monedas en el trazado y duelos contra jefes. Una aventura de carreras que dos décadas después Mario Kart no ha ni intentado superar.

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7. Mario Kart 64

Claro que, a pesar de lo mucho y muy bueno que aportó Diddy Kong Racing al género, Mario Kart todavía permaneció como rey de la pantalla partida (segundo juego más vendido solo por debajo de Super Mario 64) en la consola que por fin permitió jugar a cuatro sin necesidad de accesorios extra. Lanzado pocos meses después que la propia Nintendo 64 —el plan había sido sacarlo al mismo tiempo, pero no fue posible cumplir plazos—, Mario Kart 64 llevó la fórmula del Super Mario Kart de SNES a las tres dimensiones con bastante conservadurismo, pero también con la suficiente solvencia como para mantenerse entre los multijugadores de cabecera de la generación incluso tras la llegada de otros pelotazos como GoldenEye, Mario Party o Smash Bros.

En su objetivo por conseguir la mayor fluidez posible con ocho personajes y hasta cuatro jugadores, Nintendo optó por personajes 2D (renderizados a partir de modelos 3D), pero eso no perjudicó al control, mucho más suave y preciso gracias al uso del stick analógico y al movimiento por entornos sí tridimensionales. El derrape se convirtió en una mecánica más importante, con las cómicas onomatopeyas que salían de las ruedas cambiando su color para indicar la carga del miniturbo. Los circuitos, por supuesto, también se beneficiaron del uso de polígonos para ofrecer trazados más interesantes y variados que en SNES, con cambios de altura, rampas y multitud de elementos como trenes, coches o pingüinos obstaculizando ocasionalmente el avance. Con una jugabilidad tan accesible y un sistema de power-ups ideado para ayudar a los rezagados, Mario Kart 64 solo podía triunfar. Y lo hizo.

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6. Banjo-Kazooie

Uno de los momentos más memorables en la trayectoria de Switch ha sido, sin lugar a dudas, el anuncio de que el dúo Banjo-Kazooie se iba a incorporar a la plantilla de Super Smash Bros. Ultimate. Propiedad de Microsoft desde la adquisición de Rare en 2002, el oso y la pájara abandonaron la familia Nintendo tras apenas dos entregas, pero fueron suficientes para colarse entre los emblemas de la consola, el género y toda aquella primera generación tridimensional. Nacido originalmente como una aventura isométrica para SNES, el primer Banjo dio el salto a la siguiente generación y se replanteó como un plataformas con mucha, mucha exploración. La influencia de Super Mario 64 era evidente, pero Rare sabía que su especialidad no era tanto esa obsesión con el pragmatismo jugable de Miyamoto y cía. como su capacidad para llenar sus mundos de personajes singulares y situaciones jocosas.

La burlona Kazooie se metía con los secundarios, la grotesca bruja Gruntilda nos amenazaba con pareados, y recoger piezas de puzle y notas musicales eran la disculpa para peinar niveles amplios y densos, a la vanguardia técnica del verano de 1998. Praderas, playas, pantanos y montañas nevadas se adaptaron a la tercera dimensión sin perder la gran destreza artística de la que solía hacer gala Rare, y la consecución gradual de habilidades como disparar huevos (por delante y por detrás), esprintar sobre las zancas de Kazooie o volar, así como el equipamiento de power-ups temporales o la transformación en animales acordes a la temática de cada mundo (una hormiga, un cocodrilo, una morsa, etc.) hacía que el desarrollo fuese más variado que el del monumental Super Mario 64. Fue el collectathon quintaesencial, la aventura plataformera que supo crecer sin desbordar como tantos de sus imitadores.

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5. Perfect Dark

GoldenEye fue una de las mayores sorpresas de la generación y marcó un hito que —spoiler— le permitirá aparecer todavía más arriba. Pero la historia de Rare con los FPS distó de terminar ahí y, tras convertir una película de James Bond en un clásico de éxito sin precedentes entre los videojuegos licenciados, el estudio se vio con la confianza necesaria como para dejar marchar los derechos y crear una franquicia con mayor libertad creativa. El resultado fue Perfect Dark, un FPS futurista con influencias de Blade Runner y Expediente X que en ningún momento perdió de vista qué había hecho de GoldenEye una obra tan legendaria. El multijugador se trabajó más, añadiendo pruebas en el llamado simulador de combate y bots con personalidades diferentes, programados para aderezar los modos accesibles sin Expansion Pak.

El periférico, no obstante, era obligatorio para comprender la magnitud real de Perfect Dark. Con él podíamos jugar a cuatro —en vez de a dobles— y desbloquear tanto el Instituto Carrington (instalaciones con pruebas de tiro) como la campaña donde la agente especial Joanna Dark relevaba a Bond para infiltrarse en el área 51, el avión presidencial Air Force One, un submarino en el fondo del océano o incluso un planeta alienígena. Esta variedad vino respaldada por una intrigante historia inédita y una fenomenal banda sonora de corte más ciberpunk, además de nuevos gadgets y un arsenal completamente renovado. Las armas tenían doble función, elaboradas animaciones de recarga y podían ir desde semiautomáticas con ráfagas asistidas hasta rifles extraterrestres con capacidad de acertar a través de las paredes. Un derroche que aún impresiona y deja un listón muy alto para el regreso de la saga.

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4. GoldenEye

Ya lo adelantamos antes, pero era tontería ocultar que GoldenEye iba a estar aquí arriba. Si bien para los fans del género queda el debate sobre si Perfect Dark o esta legendaria adaptación de James Bond se debe alzar como el mejor FPS de la consola, está claro que GoldenEye sacudió el medio como solo los más grandes (DOOM, Quake, Half-Life) han logrado. Al igual que en el caso de Banjo-Kazooie, la intención original ni siquiera era hacer un FPS para Nintendo 64, pero la imaginación de Martin Hollis, su director, se disparó en cuanto cambiaron de consola y perspectiva. Con influencias tan dispares como DOOM, Virtua Cop y, más adelante, el propio Super Mario 64, el equipo reconceptualizó el género desde sus cimientos para construir una experiencia de espionaje con acción y no un simple Shooter.

El jugador más minucioso podía abrirse camino entre las filas enemigas sin armar apenas revuelo, usando una pistola con silenciador y apuntando a la cabeza para despachar enemigos al instante. En caso contrario, los demás soldados pronto eran alertados y aumentaban en número, forzando encuentros multitudinarios que también eran viables gracias al cómodo control, con apuntado asistido para no echar de menos el ratón de PC. En las dificultades altas, sin embargo, dejaba de ser tan sencillo, y el juego además añadía objetivos extra como buscar la forma de abrir cajas fuertes, establecer contacto con otros personajes o rescatar a más rehenes, requiriendo tanto gran habilidad como un buen conocimiento del nivel. Y claro, luego estaba el multijugador a pantalla partida, que aprovechó la accesibilidad del control, el extenso arsenal (escopetas, cuchillos, minas, lanzagranadas...) y la colección de mapas para hacer de GoldenEye un juego virtualmente eterno.

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3. The Legend of Zelda: Majora’s Mask

A su lanzamiento, no todos terminaron de comprender qué intentaba hacer el segundo Zelda 3D. Ocarina of Time había sido un juego revolucionario, aclamado de forma unánime, pero la secuela, si bien volvió a gozar de una muy buena recepción crítica y pública, también incomodó algo. Link, consagrado Héroe del Tiempo, empezaba el juego atrapado en el cuerpo de un niño-planta Deku, debía cumplir objetivos a contrarreloj —con posibilidad de perder bastantes minutos de progreso en según qué situaciones— y el desarrollo principal redujo a la mitad el número de mazmorras. El tiempo, por suerte, ha ayudado a poner en perspectiva la genialidad urdida por Aonuma y Koizumi. Porque tiempo era justo de lo que andaban escasos, y el tiempo es también lo que sigue haciendo de Majora’s Mask un Zelda único.

Con una cuenta atrás literal hacia el fin del mundo, el jugador experimentaba un nuevo tipo de presión, una presión que compartían los personajes de un mundo, Términa, amenazado por la inminente caída de la luna. Al primer día, se preguntaban por qué la sonrisa malévola; al segundo, afloraban las preocupaciones por su cercanía; y el tercero se manifestaba en crisis existenciales y huídas de Ciudad Reloj. Tanto esta urbe central como las otras estaban pobladas por secundarios con rutinas prefijadas hora tras hora esos tres días para que el jugador las observase y alterase. Las recompensas solían ser máscaras con habilidades únicas o posibilidad de iniciar nuevas interacciones y subtramas. Esto incluía a las tres principales, Deku, Goron y Zora, que no solo cambiaban por completo la movilidad de Link, también permitían suplantar identidades e introducirse en otras culturas afligidas por el duelo. Majora’s Mask fue más enrevesado y siniestro, pero igual de brillante que su hermano.

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2. Super Mario 64

Si habéis tenido Nintendo 64 o estáis familiarizados con su catálogo, seguramente antes de entrar muchos habréis imaginado que el primer puesto iba a estar entre dos candidatos: Super Mario 64 y Ocarina of Time. Ver al fontanero en segunda posición resuelve el misterio, pero es una medalla de plata que sabe a oro teniendo en cuenta la envergadura de ambos y el hecho de que han rozado el empate. Centrándonos en Mario, a estas alturas sobran las presentaciones. No solo es el juego que acompañó a Nintendo 64 en su lanzamiento, también fue el que validó todo el proyecto de la consola. Justificó la tardanza y su extraño mando. Demostró que Nintendo seguía siendo Nintendo a pesar de la radical reconceptualización del control y el diseño que imponían las tres dimensiones (algo que traería de cabeza a tantas compañías).

Lejos del plataformeo lineal que más tarde recuperarían entregas como 3D World, Super Mario 64 optó por abrir de par en par sus niveles para que el jugador explorase, se acomodase a novedades como el control analógico y la cámara libre (en manos de su propio personaje, el operario Lakitu), y luego usase esas herramientas y la versatilidad de sus saltos y piruetas para alcanzar las estrellas que desbloquearían nuevos mundos, con nuevos diseños, nuevas tareas y nuevos peligros. Pingüinos perdidos en busca de su madre, barcos hundidos habitados por enormes anguilas, toboganes escondidos tras vidrieras, mundos donde todo crecía o encogía al cruzar tuberías, relojes cuya maquinaria cambiaba la velocidad según la hora de entrada... No había nada igual antes, pero sí hubo mucho parecido después, aunque rara vez se volvió a recapturar esa brillante concatenación de ideas rompedoras.

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1. The Legend of Zelda: Ocarina of Time

Así como Super Mario 64 fue el nacimiento de una nueva era para Nintendo, Ocarina of Time fue la maduración, la transición de niño a adulto. Y no solo porque el juego tratase literalmente sobre un héroe atrapado siete años en el limbo para hacer frente a una amenaza al que su yo infante no sería capaz de derrotar, sino porque la propia Nintendo se vio en la necesidad de reconfigurar el molde para hacer accesibles y divertidos juegos mucho más complejos. Sí, Mario había ofrecido una aventura rompedora con plataformeo, buceo, toboganes, vuelo y demás. Pero Link tenía que luchar empuñando una espada y un escudo, usar con precisión objetos como el arco y el gancho, orientarse y resolver puzles en mazmorras 3D de varias plantas. Había muchas cosas que podían salir mal. Y sin embargo, nada lo hizo.

En pleno 2021, Ocarina of Time sigue teniendo una de las mejores selecciones de mazmorras de la saga —y por extensión, de los videojuegos en general— gracias a obras de ingeniería jugable que progresivamente introducían y explotaban conceptos inviables apenas unos pocos años antes. Saltos entre pisos, pasillos que se retorcían, agua que subía y bajaba a nuestro gusto... El backtracking era elaborado y el combate, satisfactorio. El Z Targeting nos centraba en los enemigos y nos permitía pivotar para escalar poco a poco desde las casi inofensivas plantas carnívoras del Árbol Deku hasta los peligrosos Wolfos y Stalfos del Templo del Bosque. La Reina Gohma ponía a prueba nuestra destreza con el tirachinas; el Rey Dodongo, con el lanzamiento de bombas; la anémona Barinade, con el timing del bumerán. Pero Link se desenvolvía con la misma soltura en distancias cortas, medias y largas.

Y claro, luego estaba todo el mundo más allá de las mazmorras y los combates, con razas inéditas como los Kokiri, los Goron y los Zora habitando sus propias regiones y haciendo gala de sus propias culturas. El viaje para salvar el mundo era uno que primero requería conocerlo, afianzar relaciones y, más tarde, regresar para reconectar y ver el impacto que aquel niño había causado siete años antes. Tampoco faltaban las paradojas temporales al volver hacia delante y hacia atrás en el tiempo. Ni los ciclos diarios que permitían acceder a ciertos eventos al caer la noche. Ni una yegua, Epona, para cabalgar por las llanuras de Hyrule. Ni secciones de infiltración al intentar conocer a Zelda o rescatar carpinteros en la fortaleza Gerudo. Ni una ocarina para tocar música con una escala de notas completa. Ni un estanque para pescar. Ni... Ni... Nos quedamos sin espacio. Así que eso. Número uno.

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Paper Mario

  • N64
  • RPG

Segunda parte del aclamado juego de ROL de Square para SNES que nunca llegó a ver la luz en nuestro país. Ahora Mario se encuentra en un mundo 3d con un aspecto de papel y una aventura con tintes de rol por delante.

Carátula de Paper Mario
8.5