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Call of Cthulhu: Dark Corners of Earth

Call of Cthulhu: Dark Corners of Earth

Call of Cthulhu: Dark Corners of Earth - Innsmouth Dos. Tercera Parte

Descubre el misterio que se esconde en Innsmouth.

Actualizado a

La Iglesia estaba patas arriba, con los bancos en forma de barricada. Por lo menos sus macizas puertas resistían el embiste de los lugareños que intentaban entrar. Malditos criminales asesinos… el cuerpo de Rebecca todavía estaría caliente allí fuera…

No había tiempo que perder. Las puertas eran resistentes, pero yo no sabía cuánto. Subí por la escalera de mi izquierda hasta un balcón con tres cuerdas. Más adelante descubrí que eran el código para abrir un pasadizo en la pila bautismal al lado del altar. Toqué las campanas con la siguiente secuencia: centro, izquierda y derecha.

Bajé atravesando las barricadas y subí al altar…¡¡¡Por todos los demonios!!! Había un hombre muerto clavado en la cruz….¿sería el padre de Rebecca?... La Orden se había apoderado de todo el pueblo hacía tiempo y había eliminado brutalmente cualquier competencia religiosa.

La pila bautismal estaba a la derecha del altar. Entré por las escaleras que había revelado con la secuencia de campanas y accedí a la cripta subterránea.

Estaba llena de pintadas con símbolos que no logré descifrar y que debían ser las investigaciones místicas que había realizado el sacerdote. Llegué hasta una sala de trabajo y me hice con el registro de nacimientos, bodas y fallecimientos. También descubrí una extraña placa de piedra grabada con varios números.

Usé sobre ella una de las fotografías que tenía en mi poder y…¡bingo! Una secuencia: 3-1-5-7.

Tenía una secuencia y una caja fuerte a un lado, la perfecta simbiosis. Introduje el código, siguiendo el procedimiento para meter números en las cajas fuertes, y obtuve de premio una pesada cruz de piedra blanca.

No había más salida que un pasillo a un lado. Y en ese pasillo encontré una talla en la pared que respondía al perfil de la cruz. Una nueva simbiosis que abrió un pasaje secreto tras un ataúd. Entré agachado y otra vez escuché voces en mi cabeza… o reales. El canto de una niña provenía de todas partes. Intentando no perder la cordura, llegué hasta una escalera y salí a la superficie, una vez más.


Giré a la izquierda y entré por las puertas dobles del Banco de Innsmouth. Allí dentro había un incendio, sin lugar a dudas, provocado. ¿Estaban quemando todo el pueblo para encontrarme? Me agaché para pasar bajo una columna caída y salté hacia la derecha para entrar por el marco de una puerta. Subí por la columna de madera y salté al final para entrar por una puerta cerrada que daba a la zona de la cámara acorazada. Subí por las escaleras de la izquierda y salté, pegado a la izquierda también, sobre un enorme agujero en el suelo.

Atravesando otra puerta me encontré en un piso que casi había desaparecido. Algunos lugareños habían entrado en el Banco y me buscaban con sus linternas. Al acercarme a unos tablones a mi izquierda, éstos cayeron por mi peso. Debía tener cuidado con dónde pisaba. Salté hacia delante para llegar a un pequeño trozo de suelo. Luego volví a saltar de nuevo hacia delante y luego hacia la derecha. Una vez allí salté a la izquierda y subí por un tablón de madera. El vértigo jugaba en mi contra y deformaba la realidad. Debía tener cuidado y extremar todas las precauciones. Desde allí arriba fui caminando, poco a poco, por los tablones más sólidos hasta llegar a la puerta de la izquierda. Volvía a estar aparentemente atrapado, pero decidí continuar con mis saltos. Fui hasta el muro del fondo y salté hacia la izquierda, por un hueco, para caer sobre un tramo de escalera. Tras otra puerta llegué al exterior y bajé por una escalera de incendio a mi izquierda. Esta vez el salto iba a ser más grande. Tenía que llegar hasta las escaleras que había en la torre de agua. Lo logré casi sin creérmelo, ascendí y llegué a la pasarela de la torre. Fui hacia la izquierda y salté a un balcón con la puerta cerrada. Entré al edificio y atravesé un pasillo para bajar por unas escaleras. Abrí otra puerta y, de nuevo, el exterior en las altas alturas. Salté al tejado de mi izquierda, el de las dos ventanas abiertas, y me metí por una de ellas antes de que me alcanzasen los disparos de los hombres-pescado que me descubrieron.

Allí dentro salí por la única puerta que había y luego volví al exterior por una ventana. Salté hacia el balcón con la caja y la polea, subí a la caja y salté hacia los tablones de la torre de agua. Empezaba a sentirme trapecista más que detective, pero prefería eso a caer en manos del grupo sin escrúpulos que acechaba en la calle. Seguí de frente por los tablones y salté al balcón con la puerta abierta.

Sorpresa…allí estaba Lucas Mackey, el supuesto inspector industrial. No pude sacarle nada en claro pero deduje que sus objetivos no eran tan inocentes como hacer una rutinaria inspección de inventario. Me repitió con ironía que trabajaba para el gobierno e intentó convencerme de que buscar a Brian sería sinónimo de muerte. Creo que Mackey era la única persona que no quería matarme en aquel pueblucho. Al final accedió a ayudarme y me explicó cómo llegar a las celdas donde tenían preso a Burnham. También me confirmó que la Orden controlaba todos y cada uno de los aspectos del pueblo, y que su líder era un tal Robert Marsh, hermano de Sebastián Marsh, propietario de la refinería Marsh, que oficialmente dirigía el hijo de éste, Jacob. Mackey me dejó todavía más intranquilo al decirme que muy pocas personas habían visto en persona a Robert, acentuando el mito en torno a su figura de líder supremo de aquella secta asesina.

Tras la charla me despedí de él, que parecía no estar alterado por la situación. Ese hombre tenía una sangre fría envidiable…

El camino hacia las celdas era por la izquierda, subiendo a una mesa y saliendo por la ventana hasta la calle.

Lo que recogí para conseguir la mejor reputación, además de ignorar todos los símbolos pintados, fue el siguiente objeto: