Trae Young, John Collins, Kevin Huerter, De'Andre Hunter, Cam Reddish... la reconstrucción en Atlanta toma forma... y tiene cada vez mejor pinta.
Los Hawks comenzaron curso señalados por haber renunciado a Luka Doncic, al que traspasaron a Dallas Mavericks a cambio de Trae Young y un pick de 2019 que ha acabado siendo Cam Reddish (número 10). Era la parte integral, el eje, de la demolición definitiva del equipo que ganó 60 partidos en la temporada 2014-15 pero no llegó a ninguna parte.
Desde la política de tierra quemada, los Hawks fueron un equipo divertido y competitivo, si bien todavía no bueno. Uno que demostró que parecían un acierto las apuestas por Travis Schlenk como general manager, fichado de los Warriors para llevar a la Costa Este la filosofía del gran equipo del último lustro, Lloyd Pierce como entrenador (tras más de una década como reputado asistente) y finalmente también Trae Young como jugador franquicia. Dejando a un lado las comparaciones con Doncic, el base (debutó en la NBA con 20 años) tiene la mezcla idónea de talento y carisma que llena gradas, algo que hacía falta en un State Farm Arena en riesgo de despoblación, y desde el All Star hasta final de temporada promedió 23,2 puntos y 9,2 asistencias con un 36% en triples. El tremendo crecimiento de John Collins (19,5 puntos y 9,8 rebotes de media tras su 10+7 como rookie) y la promesa de que Kevin Huerter (número 19 del draft de 2018) puede ser el splash brother de Young (con perdón de la comparación) dieron sentido definitivo a un curso en el que los Hawks demostraron tener sentido, talento, buen entrenador y el embrión de un buen equipo. Y esperanza, de nuevo.
Sin interés ni posibilidad (o sin interés por no tener posibilidad, como tantos otros) de cazar en la remesa principal de la agencia libre, el draft 2019 aparece como el momento definitivo en esta reconstrucción integral que están llevando a cabo los Hawks y que parece ir mejor (y desde luego más rápido) de lo que muchos esperaban. Se quedaron (finalmente con el número 10) el pick obtenido por Luka Doncic (tenía protección top 5) pero su propia elección cayó hasta el 8 en la lotería a pesar de que llegaban al bombo con el quinto peor balance de la NBA. A partir de ahí y con la certeza de que era un momento crucial en el futuro a corto plazo de la franquicia, los Hawks movieron hilos para acabar con el número 4 y seleccionar a su gran objetivo de la noche, el alero De'Andre Hunter. Les costó un precio alto: los Pelicans, que habían obtenido el pick de los Lakers en el traspaso de Anthony Davis, se llevaron a Jaxson Hayes (número 8), Nickeil Alexander-Walker (17) y la primera ronda de los Cavs en 2020.
Después los Hawks eligieron a Cam Reddish con el 10 y subieron con otra operación al inicio de la segunda ronda para seleccionar al pívot Bruno Fernando. Si al de Maryland (con un tremendo físico) le daban consideración de jugador de primera ronda, Hunter y Reddish estaban en el top-5 en la evaluación de talento de la franquicia, así que la noche fue un gran éxito... que ahora (como siempre) habrá que ver en qué resulta. De'Andre Hunter (una roca que viene de ser campeón universitario con Virginia) puede ser el mejor defensor del draft y parece el prototipo de 3+D (alero defensor y capaz de anotar los triples liberados) que encaja a la perfección en un equipo con Young, Huerter y Collins. Reddish rebajó su valor en su discreto año en Duke a la sombra de Zion Williamson y RJ Barrett (una sombra descomunal, eso sí), pero tiene el físico y la muñeca para (si quiere...) ser un excelente swingman en la NBA.
La fase 2 de la reconstrucción estaba completada vía draft, así que la agencia libre más loca de (seguramente) la historia de la NBA dejó pocas noticias en Georgia. Evan Turner por Kent Bazemore para tener un playmaker en la segunda unidad, Allen Crabbe por un Taurean Prince de pronto sin sitio para aprovechar las necesidades salariales de los Nets (que preparaban su gran golpe) y sacarles el pick 17 de este año (enviado luego a NOLA) y una primera ronda de 2020. Y el casi desahuciado Chandler Parsons y sus 25 millones de expiring contract para hacer un hueco extra en la plantilla al cambiarlos por los 25 que sumaban entre Miles Plumlee y Solomon Hill, que había llegado en el trade con los Pelicans por el pick 4. Finalmente, se apostó a la baja por el talento castigado de Jabari Parker y Damian Jones llegó de los Warriors a un equipo que busca al pívot que pueda suplir lo que daba Dedmon (que se ha ido a Sacramento con un contratazo que en Atlanta ni se plantearon igualar) y que quería quitarse ya de encima a Omari Spellman, el 30 del draft de 2018 y un interior con una prometedora muñeca pero unos problemas con la báscula y la preparación física exigible a un profesional con los que ahora tendrán que lidiar los Warriors. Nada menos.
Travis Schlenk ya le ha dado la vuelta al roster de los Hawks y ha puesto las bases del equipo por el que será juzgado como general manager. No queda desde luego ningún integrante de la plantilla que ganó 60 partidos (parece que ha pasado una eternidad) y de hecho DeAndre' Bembry es el único superviviente de la temporada 2016-17. Ningún miembro de la nueva rotación suma 10 años en la NBA y ocho jugadores acumulan tres o menos. Los Hawks son tan jóvenes que todavía no deberían ser un gran equipo, solo la promesa de uno que tendría que romper a partir de, tal vez, la siguiente temporada. Y tienen tan clara su hoja de ruta que no dudarán en dar a Lloyd Pierce margen para que juegue con los puestos, los roles y la rotación hasta dar con el núcleo duro definitivo de lo que serán estos nuevos Hawks.
Ese es el objetivo, además de seguir siendo un equipo atractivo y capaz de competir casi todas las noches y contra la mayoría de rivales, en una temporada en la los Hawks estrenan una unidad joven de primerísima categoría, a priori: Trae Young, Kevin Huerter, DeAndre Hunter, Cam Reddish, John Collins... A partir de ahí, esos jóvenes agradecerán lo que puedan aportar Turner, Crabbe y hasta (glups) Parsons, Jabari Parker tendrá otra oportunidad y el hueco que deja Dedmon en el puesto de pívot lo tendrán que cubrir entre Jones, el novato Fernando y un Alex Len que dio buenos (y sorprendentes) minutos la pasada temporada tras su horrible estancia de un lustro en Phoenix. Hace menos de un año y medio que los Hawks fueron la comidilla de la NBA por renunciar a un valor que parecía tan seguro como Luka Doncic. Ahora, y a pesar de la espectacular primera temporada del esloveno, ya han conseguido que se hable menos de eso que del obvio hilo conductor y la brillante suma de talento joven que están reuniendo. Es muy pronto para decir que el futuro ya está aquí, pero asoma. Y eso, para una franquicia como Atlanta Hawks, ya es mucho. Así que se han ganado el permiso para, por ahora, abandonarse a la ilusión.