Después de trece años sin playoffs, los Kings arrancan curso con un optimismo nada habitual en Sacramento. La temporada pasada aparecieron innegables brotes verdes. Luke Walton, encargado de cultivarlos.
El 9 de mayo de 2006 los Kings confirmaron que Rick Adelman dejaría de ser su entrenador. Llevaban dos años seguidos perdiendo en primera ronda y, en total, ocho consecutivos en playoffs. Todos con Adelman. Desde entonces los Kings no han vuelto a les eliminatorias y son el equipo que más tiempo lleva ahora mismo sin hacerlo (13 temporadas) después de que los Wolves cortaran una racha similar (2005-17) en 2018. Y ya casi tocan el récord absoluto de los Clippers: 15 cursos (1977-1991). En esos trece años sin Adelman nunca han tenido tampoco balance positivo, ni siquiera del 50% de triunfos y en ocho temporadas ni siquiera han llegado a las 30 victorias. Todas esas miserias, es un círculo vicioso, apenas han tenido efecto (hasta ahora) revitalizante vía draft, y los Kings han languidecido hasta ser una de las peores bromas del deporte profesional estadounidense (otra vez: hasta ahora). Dave Joerger dejó el banquillo que ahora ocupará Luke Walton, el décimo entrenador de la franquicia desde aquel 2006. Lo hizo después de ser el único con tres temporadas completas y con un balance de 98-148... el mismo que Walton en unos Lakers donde la temporada pasada se quedó sin nota definitiva por la plaga de lesiones que lo dejó todo patas arriba.
Pero la temporada pasada no fue en realidad tan mala como las anteriores en Sacramento. Para nada: el equipo rondó ese esquivo 50% de victorias y peleó hasta el final por unos playoffs que tenía a solo un partido todavía el 10 de febrero, algo insólito en el equipo californiano. Una mala racha después del All Star torció las cosas cuando más favorables parecían ponerse: la descomposición de los Lakers, los manejos de los Clippers pensando en la agencia libre veraniega, los problemas a domicilio de los Spurs... los Kings se hicieron con Harrison Barnes y su expiring contract en febrero y en 28 partidos con él firmaron un pírrico 11-17 que les sacó finalmente de los playoffs. Otra vez. El equipo perdió, en ese sentido, una gran oportunidad en una temporada en la que los respetaron escrupulosamente las lesiones: Buddy Hield jugó los 82 partidos, De'Aaron Fox y Willie Cauley-Stein 81, Bjeliça 77, Bogdanovic 70... con el tercer ritmo de juego más alto de la liga, los Kings fueron mejores en ataque que en defensa (21º por rating) y pagaron finalmente una inexperiencia por otra parte prometedora: su rotación ponderada tuvo una edad media de 24,3 años. De los cinco equipos que dejaron esa cifra por debajo de los 25, solo los imponentes Nuggets mejoraron el balance de triunfos de estos Kings de futuro...
Porque De'Aaron Fox (21 años) pasó de un cuestionable año rookie a una espectacular segunda temporada: 17,3 puntos, 7,3 asistencias, criterio en la dirección, vértigo en campo abierto y mucha más eficiencia como anotador. Un impresionante salto en solo una temporada: los Kings pasaron de -5,8 puntos por cada 100 posesiones con él en pista en la 2017-18 a +5,3 en la 2018-19. Además, Buddy Hield explotó en su tercera temporada, ya con 26 años: 20,7 puntos de media con 278 triples anotados, cuarto de la NBA solo por detrás de Stephen Curry, James Harden y Paul George. Y Marvin Bagley, un número 2 de draft que fue elegido por delante de Luka Doncic, creció hasta firmar un grandísimo final de temporada y acabó promediando más de 14 puntos y 7 rebotes por partido. Con, además, muy buena sintonía con Fox. No, no fue para nada un mal año en Sacramento...
Todavía sin tener que tomar decisiones sobre ese nuevo núcleo joven y sus contratos rookies, los Kings afrontaron el verano con el objetivo de ganar solidez, profundidad y veteranía en la formación. Cansados de que Willie Cauley-Stein siempre tuviera excusas para no rendir con una mínima regularidad, el pívot fue enviado a los Warriors y sacado de esas cuentas jóvenes en las que sí está Bogdan Bogdanovic, aunque al serbio le costó encontrarse en un equipo con dos gallos de pronto tan prominentes en el backcourt como Fox y Hield.
Harrison Barnes, que no ejecutó su player option y salió el mercado, regresó para sorpresa de muchos con otro contratazo: 4 años, 85 millones. Dewayne Dedmon, un pívot experto en albañilería que añadió en Atlanta un tiro de tres razonable, se llevó 40 millones por tres años para hacer lo que Cauley-Stein parecía cada vez menos capaz. Ariza, que sigue llenando las alforjas en el tramo final de su carrera, firmó por 2 años y 25 millones. Cory Joseph, por 3 y 37 y Richaun Holmes, por 2 y 9,7. Esto dará profesionalidad, experiencia y variantes a la rotación, factores claramente ausentes la temporada pasada, aunque a costa de contratos no dramáticamente horrendos pero sí ciertamente inflados. Con los jóvenes todavía arrancando, Barnes, Dedmon, Ariza y Joseph serán los cuatro mejor pagados de la plantilla esta temporada, y amasarán más de 61 millones entre los cuatro. Al menos, los Kings han hecho bien las pequeñas cosas que antes no solían. Con la flexibilidad futura en frente, el contrato de Barnes es de un claro tono cap friendly (24,1 millones ahora, 18,3 en la última temporada), Dedmon no tiene totalmente garantizada la tercera campaña y Ariza (34 años) solo 1,8 de los 12,8 totales de la segunda.
Además de apostar sin riesgo por un Tyler Dydon sin sitio en Denver, los Kings gestionaron un draft de perfil bajo en el que no tenían ni su primera ronda (pick 14) por un trade de 2015 (el efecto nocivo de la mala gestión pasada) ni su segunda propia (42) por una operación de 2013. Pero sí tres segundas (40, 47 y 60 de Wolves, Magic y Bucks) de las que salieron con Justin James (un alero que ejercía de hombre orquesta en Wyoming), Kyle Guy (el tirador campeón y Jugador Más Valioso de la Final Four con Virginia), y el serbio Vanja Marinkovic, que por ahora seguirá en Europa y jugará en el Valencia Basket.
Volver a playoffs casi tres lustros después no es desde luego una certeza pero tampoco es un sueño imposible. Si Fox y Bagley tienen tanto vuelo como pareció la temporada pasada, el crecimiento de estos Kings puede ser exponencial, con Hield, Bogdanovic y Giles en el movimiento joven y un banquillo reforzado, con variantes y alternativas en casi todos los puestos. Los Kings pueden jugar pequeño y muy rápido (Fox, Hield, Bogdanovic, Barnes, Bagley) o mucho más grande (Fox, Hield, Bjeliça, Bagley, Dedmon), tienen la obligación de mejorar en defensa y deberían tocar madera para que no aparezcan las lesiones que tanto les respetaron la temporada pasada.
Luke Walton pasa examen después de su convulso paso por los Lakers, donde no tuvo la culpa de muchas cosas pero tampoco solucionó otras cuantas y, finalmente, se encabezonó en su negativa a cambiar su equipo de colaboradores. Ahora manejará un roster que seguramente le permitirá jugar como quería jugar en los Lakers, esencialmente muy rápido y con la pista muy abierta, y en el que se reencontrará con un Harrison Barnes al que ya dirigió en los Warriors, donde fue asistente de Steve Kerr, y que daría otro salto importante el equipo si rindiera por fin a la altura de los ceros de su contrato. Comienza un curso a priori excitante en Sacramento, con una estrella de ascenso aparentemente imparable como Fox, un escudero como Bagley y un equipo que generó ilusión y optimismo la temporada pasada. Veremos si no fue un espejismo y si esta vez, a diferencia de tantas otras en el pasado, a los Kings no les desaparece el suelo debajo de los pies justo en el momento más inoportuno...