Ya sin Mike Conley ni Marc Gasol, últimos vestigios de los años dorados del grit and grind, los Grizzlies han iniciado con buen pie una profunda reconstrucción
El grit and grind, no podía ser de otra forma, también tardó en morir, resistió hasta el último aliento más allá de la lógica: Tony Allen jugó su último partido con los Grizzlies el 12 de abril de 2017 y Zach Randolph quince días después, cuando se despidió de los playoffs tras siete visitas seguidas una franquicia menor que había vivido una era dorada rubricada por, su gran éxito hasta ahora, la final del Oeste de 2013. Y que había conseguido durante esos años generar una química tremenda con su público (su cubil del FedExForum rebautizado como Grindhouse) gracias a un estilo obrero y de vieja escuela, de baloncesto con colmillos, músculo y defensa abrasiva.
La temporada pasada los Grizzlies hicieron un último intento que pareció funcionar durante algunas semanas: 12-5 para empezar y 16-11 casi en el ecuador de diciembre con Conley y Marc Gasol a su nivel habitual, Garrett Temple perfectamente adaptado y el rookie (pick 4) Jaren Jackson Jr estrenándose en la NBA con unas sensaciones excelentes. Pero en enero (19-30 el día 25) el tren ya había descarrilado, consumido por el nocivo maridaje de la falta de profundidad y la acumulación de lesiones. Kyle Anderson acabó jugando solo 43 partidos, Dillon Brooks (excelente noticia rookie un año antes) 18 y Jackson Jr 58. Hasta 28 jugadores pasaron por un roster que puso definitivamente un pie en el futuro cuando Marc Gasol fue traspasado (básicamente contra su voluntad) el 7 de febrero a Toronto Raptors, donde se proclamó campeón. Conley, a pesar de una montaña de rumores, se quedó y tiró con su profesionalidad de siempre de un bloque de jugadores que jugó a máxima intensidad y ganó más partidos de los que se le presumían en la recta final de la temporada: Jonas Valanciunas, Delon Wright, Bruno Cabloco, Avery Bradley, Joakim Noah... los Grizzlies siguieron jugando duro hasta el final, acabaron con 33 victorias, el noveno peor récord de la temporada y solo un 26% de opciones de cazar un top 4 en un draft que les sonrió: mantuvieron su elección (habría sido de los Celtics si hubiera caído fuera del top 8) y se llevaron el 2 aunque se quedaron, una lástima, a un paso del 1... y de Zion Williamson.
Después de doce temporadas en la franquicia, y a nivel all star siempre que ha estado sano aunque no lo haya sido nunca, Mike Conley fue traspasado a los Jazz el 6 de julio y clausuró definitivamente la era del grit and grind. Los Grizzlies entraron definitivamente en un futuro que habían tratado de esquivar y propiciaron, como hicieron en febrero con Marc, un destino excelente en lo deportivo para el otro jugador más importante en la historia de la franquicia. El cambio comenzó en los despachos: Chris Wallace dejó la primera línea en manos de Jason Wexler y Zachary Kleiman, asesorados por Rich Cho y Glen Grunwald. A partir de ahí se puso en marcha un proceso de reconstrucción basado en desarrollar a una prometedora camada joven y buscar un crecimiento sostenible con flexibilidad contractual, gasto controlado y apuestas a medio y largo plazo. El buen pero arduo (y tan poco de moda) camino...
Desde esta premisa, casi todo lo que han hecho los Grizzlies este verano tiene sentido. Al menos a priori. Y el equipo está, seguramente, en un punto de reconstrucción mejor del previsto, si bien lo normal es que esta próxima temporada todavía no se aprecie en los resultados... En el banquillo se apuesta por Taylor Jenkins, que viene de ser asistente de confianza de Budenholzer en Atlanta y Milwaukee. Jaren Jackson Jr (pick 4 en 2018) debería formar el nuevo eje del equipo (un Conley-Marc 2.0, aunque es mucho decir) con Ja Morant, número 2 de consenso del pasado draft y el gran premio de consolación más allá de Zion Williamson. Además, los Grizzlies pudieron llevarse en el número 21 (manejando assets obtenidos en el trade por Conley) a Brandon Clarke, un excelente pívot defensivo al que muchos dejaron caer (algo de lo que quizá se arrepientan en el futuro) porque apenas supera los dos metros.
Por Conley los Grizzlies se llevaron dos primeras (una, la usada en la operación Clarke), a un Jae Crowder que será útil en pista o en el mercado, a un Grayson Allen que busca un reinicio tras su mal arrranque NBA en Utah y a un Kyle Korver por el que después sacaron a los Suns (donde enviaron también al base Jevon Carter) dos segundas rondas y dos jóvenes que, como Allen, buscan todavía su momento en la gran liga: De'Anthony Melton y Josh Jackson, un número 4 del draft (2017) que ha sido una tremenda decepción en sus dos temporadas en Arizona. Así, con movimientos pequeños y de bajo riesgo, los Grizzlies han hilado un verano productivo en el que se fue Delon Wright pero se apostó como base suplente por Tyus Jones (casi 24 millones garantizados en tres años) y se renovó a Jonas Valanciunas (3x45 tras promediar en Tennessee 19,9 puntos y 10,7 rebotes). Además, se cazó una primera ronda por absorber los 17 millones de Andre Iguodala cuando los Warriors tenían que abrir espacio salarial para D'Angelo Russell y se cambió el terrible contrato de Chandler Parsons por dos expiring equivalentes: Miles Plumlee y Solomon Hill. Algo más de flexibilidad en la práctica y el adiós a una apuesta que lastró de forma dramática el último asalto del grit and grind. Parsons firmó en el verano de 2016 por cuatro años y 94 millones y se ha ido después de tres temporadas en las que, con las rodillas machacadas, solo ha jugado 95 partidos (7,2 puntos de media).
No todo se reduce a Kawhi, Westbrook, Davis, Kemba y compañía. Hay franquicias obligadas a trabajar lejos de los focos, con lo poco que tienen al alcance de la mano, menos margen de error que otras, mucha paciencia y la vista puesta a varios años vista. Ese es el caso de los Grizzlies y en eso, en la zona cero, han tenido un verano notablemente positivo.
Muchas derrotas, a priori. Algo no necesariamente malo toda vez que (ojo a la segunda mitad de temporada, sobre todo) su pick de primera ronda se irá a los Celtics si no acaba en el top 6. Los Grizzlies elegirán si prefieren tener el suyo en el próximo draft o en el de 2021, cuando el pick se iría sin protecciones a Boston en caso de que no haga el trayecto a la Costa Este al final de este curso. Taylor Jenkins llega con una excelente reputación y un equipo de trabajo que incluye al también muy valorado David McClure (excelente en el desarrollo de jugadores jóvenes) a Neven Spahija y a Vitaly Potapenko.
El gran objetivo de la temporada es comenzar a integrar un roster alrededor de Ja Morant, un base con una explosividad similar al del primer Westbrook y en teoría el nuevo jugador franquicia. En su segundo año en Murray State promedió (ilusión) 24,5 puntos y 10 asistencias por partido aunque (cuidado) sin un tiro exterior demasiado fiable y con más de 5 pérdidas de balón por partido. Jaren Jackson arrancará como teórico cuatro aunque acabará siendo el pívot del futuro del equipo, si bien por ahora Valanciunas le guardará las espaldas y dará a Morant una opción fiable en el pick and roll. Una fórmula básica de ataque que puede funcionar si cuenta con tiradores de garantías alrededor. Esa es una de las obsesiones del nuevo entrenador y una prueba esencial para Cabloco, el propio Jackson Jr (cuyo potencial es descomunal), Crowder, Allen y Marko Guduric, que llega tras pulirse en el Fenerbahçe de Zeljko Obradovic.
Kyle Anderson y Dillon Brooks son a priori piezas muy fiables, la franquicia tiene tiempo y partidos para ver si puede sacar algo de Melton y Josh Jackson y Brandon Clarke, finalmente, puede unirse al núcleo duro de futuro después de dar carburante con su MVP de la Summer League a los que creen que debió ser elegido mucho más arriba en el draft. Excelente defensor, tira bien, se equivoca poco y en su último año en Gonzaga promedió 17 puntos por partido... con, un dato tremendo, los mismos tiros fallados (117) que tapones totales (3,2 por partido). Los Grizzlies están lejos de volver a ser una alternativa de poder, o como mínimo un dolor de muelas para los grandes favoritos en el Oeste, pero han iniciado un camino de buenas decisiones de perfil bajo, equipos de trabajo renovados, criterio salarial y movimiento joven en pista liderado por un Morant que tiene facultades para acabar siendo uno de esos jugadores especiales que llena gradas con su sola presencia. Podría ser mucho peor, desde luego.