Los Heat han vuelto a la relevancia con la llegada de Butler, la gran estrella que se les había negado en los últimos años. Y también deberían volver a los playoffs.
Un horrible 19-22 como local lastró de forma decisiva a unos Heat que ni siquiera pudieron estar a la cabeza de la lucha de torpes que resolvió los dos últimos puestos de playoffs del Este (Orlando Magic y Detroit Pistons). En los tres últimos años, dos ausencias de playoffs y una derrota en primera ronda. Es el largo camino de regreso tras los años de glamour y gloria con LeBron James, Chris Bosh y un Dwyane Wade que volvió para despedirse de la NBA con la camiseta de los Heat tras su paso por Chicago y Cleveland. Como tenía que ser.
En fin, los Heat no tenían un techo demasiado alto aunque el extraordinario trabajo de Spoelstra mantiene siempre el suelo en un nivel respetable. Para colmo, las lesiones no ayudaron nada: Goran Dragic jugó 36 partidos, Dion Waiters 44, James Johnson 55... El esfuerzo y la buena preparación no suplieron al talento: segundo que menos puntos recibió, pero quinto que menos anotó de media; Sexta mejor defensa por rating, quinto peor ataque. El asunto, mientras se apagaban los (merecidísimos) homenajes a Wade y se afrontaba un verano sin ningún margen de maniobra económica, estaba claro. Los Heat necesitaban volver a hacerse con una gran estrella que diera lustre a un mercado con más dinero que emociones fuertes desde las Finales de 2014 y el regreso de LeBron James a Cleveland.
Y esa estrella llegó a pesar de que los Heat partían en negativo contra el salary cap, un notable éxito de un Pat Riley cuyo brillo como conseguidor de primera categoría se había apagado en un lustro de resultados sencillamente mundanos. Jimmy Butler, después de su fea salida de Minnesota y de llevar al límite a los Raptors (a la postre campeones) en segunda ronda de playoffs con los Sixers, optó por irse a Miami, una apuesta personal con un futuro deportivo menos brillante del que le esperaba, en el corto plazo, si hubiera firmado un nuevo contrato en Philaldelphia, donde en todo caso su lugar era extraño (pero muy importante en los momentos delicados) al lado de Ben Simmons y Joel Embiid.
Con 30 años y después de pasar de número 30 del draft (2011) a gran estrella (cuatro veces all star), el guerrero Butler (ha jugado más de 36 minutos por noche de media en cinco de sus ocho años en la NBA) tiene que demostrar que puede ser el primer espada de un equipo de nivel alto, y se pone para hacerlo en manos de un entrenador excelente y con el que, a priori, el encaje parece excelente. El de Butler con Spoelstra y el de Spoelstra con Butler.
Finalmente Butler salió vía sign and trade (firmó 4 años y 140 millones de dólares) en una operación muy compleja a cuatro bandas en la que los Heat se hicieron también con Meyers Leonard y algo de dinero y soltaron una primera ronda de 2023, a un Josh Richardson que se fue en Philadelphia tras haber sido convertido por Spoelstra en otra casi estrella y a Hassan Whiteside, el gigante que dejó de esforzarse cuando perdió la química con su entrenador y que no ha justificado casi nada de los (terribles) 98 millones por cuatro que le habían dado los Heat en el verano de 2016. Se va a Portland en busca de una oportunidad para demostrar que es algo más que números vacíos y de un sistema que le vaya mejor que el de los Heat, donde pasó de acabar los partidos (los minutos calientes) fuera de la rotación a empezarlos también en el banquillo.
Los Heat asumieron con la llegada de Butler y las salidas de Richardson y Whiteside que necesitaban un cambio en la línea argumental, un golpe importante para recuperar relevancia y vuelo. Retienen, eso sí, a Udonis Haslem, un histórico que camino de los 40 años jugará su decimoséptima temporada en los Heat, su único equipo NBA desde 2003. Nacido en Miami y forjado en la Universidad de Florida, Haslem ha estado presente en los tres anillos de una franquicia (2006, 2012, 2013) en la que se ha convertido en algo parecido al guardián de las esencias. Lo será un año más, al menos.
El nombre de los Heat ha aparecido después en otras posibles operaciones, de futuro la de Bradley Beal y de pasado las de Chris Paul (por ahora) y un Russell Westbrook por el que Riley no se planteó soltar a dos del trío joven que forman Justise Winslow, Bam Adebayo y el número 13 del último draft, un Tyler Herro que es un tirador letal que trata de esforzarse en todo lo demás (buen material para Spoelstra) y que llamó seriamente la atención por su potencia de fuego en la Summer League. Los Heat, además, subieron al número 32 para elegir al pívot (una wildcard de intimidación y envergadura interior) KZ Okpala, al que además han dado un contrato de tres años garantizados.
Una estrella que ejercerá de jugador franquicia, la salida del finalmente tóxico Whiteside, una buena pieza en el draft y más flexibilidad para los dos próximos veranos... los Heat no han sido uno de los grandes triunfadores del verano pero se han puesto, desde luego, en una posición a priori mejor de la que ocupaban hace unos meses en un Este que vuelve a barajar sus jerarquías.
Baloncesto de Spoelstra: rigor, preparación física óptima, defensa ultra intensa, emboscadas para casi cualquier tipo de rival... y liderazgo absoluto de Jimmy Butler en un ataque que debería mejorar mucho con él y los regresos de jugadores como Dragic y Waiters. Tal vez más movimientos en el mercado y desde luego margen de crecimiento a partir de la base de la pasada temporada, ya que estarán de nuevo a punto tras sus lesiones James Johnson y los citados Dragic y un Waiters que, parece que ha pasado una eternidad, fue esencial en la 2017-18 con su salvaje producción como ejecutor del pick and roll.
Además de ellos, los Heat tratarán de sacar partido a un Meyers Leonard que no explotó en los Blazers y pulirán al recién llegado Herro y a un Justise Winslow que seguramente volverá a ser más importante como playmaker (esta vez quizás de segunda unidad) que como alero. Y también a Bam Adebayo, el pívot de 22 años que los Heat no querían traspasar de ninguna manera porque tiene facultades para ser básico en el estilo de Spoelstra... y de casi cualquier franquicia en la NBA moderna.
Desde luego, estos Heat tienen más potencial y deberían tener plaza asegurada en playoffs, en principio rondando (palmo arriba, palmo abajo) el sexto puesto de la Conferencia Este. Pero con mimbres y un nuevo líder, el verdadero objetivo es volver a poner al Sur de Florida en la ruta de las grandes estrellas y recuperar los buenos tiempos que ahora parecen lejanos en una franquicia que se había acostumbrado a la buena vida. Al glamour y la gloria.