La Academia prefiere la forma esdrújula pero no rechaza la otra. El origen de la palabra tiene que ver con la madera seca.
En los años cincuenta se decía “jugar al balón”, antes de que se impusiera el anglicismo “fútbol”. También se empleaba “pelotón”, como en la famosa frase de Belauste en 1920.
Cualquier hispanohablante competente sabe que ahí hace falta un subjuntivo. Se necesitan creativos dispuestos a componer musicales originales y letras correctas.
El sufijo “-azo” ha sido muy fecundo en el lenguaje periodístico. En México y Argentina se dice “alberca” y “pileta”, un freno para la expresión española.
La pronunciación más aproximada de “Germain” no es la que suelen usar los periodistas. Lo curioso es que en la mayoría de los casos se dice bien “San” (por Saint)
El expresidente de la Federación de Fútbol ha originado palabras como “villarato”, “villarista” y “villarismo”.
No se pierde con más honra por 7-1 que por 7-0, sino luchando hasta el final. Incluso con una goleada en contra hay que buscar con ahinco la portería contraria.
El sobre nombre de la selección de Italia significa “el equipo azul” pero en italiano también existe “blue”. El genero de ‘squadra’ influye en el artículo que precede a los nombres de equipos transalpinos
El boxeo ha brindado muchas metáforas al resto de los deportes, y a la vida misma. Así, uno puede estar “contra las cuerdas” si se encuentra en un aprieto.
La expresión no figura en el Diccionario, pero se usa mucho en el lenguaje del deporte. Significa hacer algo dejándose llevar, sin interés, sin esfuerzo.
Este verbo significa “colocar señales”, y no “indicar el lugar donde se ha cometido una falta”.
Este término puede proceder de la antigua Copa Davis, en la que se disputaban finales previas de zona. La palabra suena muy vendedora, y sirve de reclamo periodístico y deportivo.
El lenguaje de cierta violencia ya puebla desde antiguo el vocabulario del deporte. Se dice “cañonazo”, “cañonero”, “obús”, “disparo”, “bombear”, “asedio”…
Este anglicismo no sólo se usa en el golf, sino también en el surf. El término procede del escocés, que lo tomó a su vez del francés.
Los franceses se salieron por la tangente para denominarlo “juego decisivo”. Lo que no procede es llamarlo “muerte súbita”, porque se puede perder y continuar jugando.
La anécdota de Federer y Nadal ha contribuido a extender una traducción literal del inglés. Hasta ahora no se decía “partidos de caridad”, sino “partidos benéficos”.
Esta palabra significa en inglés “fortuito”, “casual”, “imprevisto”, “suerte”, “oportunidad”, “probabilidad”… Como suele ocurrir, el extranjerismo actúa como un depredador.
Se nos ha colado esta mala traducción del inglés ‘free agent’. En español, el sustantivo “agente” significa “persona que obra con poder de otra”.
El léxico del baloncesto va llegando al fútbol y a otros deportes. Los anglicismos crudos se relacionan con el prestigio de todo lo que viene de Estados Unidos.
El circuito de Indianápolis consta de cuatro rectas y cuatro curvas. El término ‘oval’ procede del latín ‘ovum’ (huevo) y evoca esa forma.
El espíritu gregario ha hecho que estos términos en inglés se asienten en la prensa. Los ‘fanáticos’ del mundo clásico ya adoraban a la diosa Cibeles.
El fútbol italiano no tiene nada que ver con ese elemento químico tan valioso. Ese nombre entronca con el juego primitivo que se disputaba en Florencia.
Esta expresión se refiere en el cine al equipo que rueda las escenas de riesgo. El precedente más lejano se halla en el lenguaje militar.
Los comentaristas de Fórmula 1 están perdiendo la oportunidad de ser referentes del buen uso del español.
Si usted pone en Google Imágenes esa palabra, le saldrán sólo barandillas. Se puede comprender el error, pues en ese saludo inicial se van dando la mano todos.
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