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El boxeo da que hablar

El boxeo ha brindado muchas metáforas al resto de los deportes, y a la vida misma.

Así, uno puede estar “contra las cuerdas” si se encuentra en un aprieto, y “tira la toalla” cuando intenta indicar que abandona algo, o puede “quedar KO” si pierde un reto antes de tiempo.

Y precisamente con las palabras a las que representan estas dos iniciales se ha formado el verbo “noquear”, que procede de la expresión inglesa “knock out” (literalmente, “golpe fuera”) y que se puede traducir como “fuera de combate”.

El Diccionario del Español Actual dirigido por Manuel Seco recogía “noquear” en 1999, pero este vocablo no entró en el Diccionario Oficial Académico hasta 2001, con estas tres acepciones: “En el boxeo, dejar al adversario fuera de combate”. “Dejar sin sentido a alguien con un golpe”. Y finalmente “derrotar, imponerse sobre alguien rápida o notablemente”.

Además de “noquear”, el boxeo ha transferido al resto de la lengua la palabra inglesa “groggy” (“inseguro”, “vacilante”, “aturdido”, “turulato”). La Academia admitió la grafía “grogui” y le dio también tres significados en español: “En el boxeo, aturdido, tambaleante”. “Atontado por el cansancio o por otras causas físicas o emocionales”. Y en tercer lugar, “casi dormido”.

Del boxeo se ha tomado también la palabra “sparring”, término inglés que procede del verbo “to spar”: “hacer fintas”, “entrenarse”, “disputar algo amistosamente”. El Diccionario Académico incluye este vocablo en cursiva y con esta definición: “Persona con la que se entrena un boxeador para preparar un combate”. Pero su sentido se extiende, más allá del boxeo, a todo aquel que sirve para entrenar a otro mediante una simulación (por ejemplo, para un debate electoral). Una traducción posible sería por tanto “amagador” o “simulador”.

A veces se emplea otro símil boxístico cuando se compara a dos contrincantes y se dice que uno de ellos es mejor que el otro “libra por libra”. Es decir, cuando se analizan las características que entran en juego y se examinan una a una.

Sin embargo, puede ocurrir que un boxeador sea mejor que otro “libra por libra” y termine perdiendo el combate.

Hay muchos más casos de propagación del léxico del boxeo, pero quizás sean éstos los más habituales. El deporte de las doce cuerdas ya no se encuentra entre los preferidos por la sociedad española; sin embargo, su rastro se percibirá durante mucho tiempo gracias a las metáforas que hemos tomado de él.