El “caddie” y el cadete
Transmiten el Open británico de golf y oímos nombrar con frecuencia al “caddie” o “caddy”. Y en la prensa leemos la palabra con esas dos grafías igualmente válidas.
El término “caddy” procede del escocés, que a su vez lo tomó del francés “cadet”, donde significaba “joven noble que servía como voluntario”. El español adaptó a su vez ese vocablo como “cadete”.
El “cadete” es en nuestra lengua de hoy el alumno de una academia militar, y también el “joven noble que se educaba en los colegios de infantería o caballería”. El hecho de que esa palabra se asocie con los meritorios ha originado que en las canteras de nuestros equipos se incluya la categoría de “cadetes”: los que aún han de crecer o progresar. Esa idea explica que la expresión “hacer el cadete” o “hacer cadetadas” signifique “ser un inexperto en amores”.
La relación etimológica del “caddie” con una persona joven (además de noble) provocó seguramente que el Diccionario académico incorporase en 1992 la definición de “cadi” (españolización del término inglés) como “muchacho que lleva los palos de los jugadores de golf”. En la definición actual (ya con la grafía “caddie” en cursiva, tras desecharse “cadi”), el término “muchacho” ha sido sustituido por “persona”. Pero en los diccionarios italianos aún se lee “ragazzo” para reflejar la misma idea.
¿Cómo lo podríamos decir en español? Tenemos las alternativas “ayudante” o “asistente”, pero el italiano nos da una buena pista: “portabastoni” (portabastones).
El libro Términos deportivos de origen extranjero, de Edmundo Loza y Jesús Castañón (2010), define así “caddie”: “En el golf, auxiliar que lleva la bolsa con los palos del jugador durante el juego y le asesora en algunos momentos”. Es decir, le añade una labor de consultoría sin desdeñar la de porteador. Además, ese libro amplía el uso del término a un deporte náutico, si bien esta vez con la grafía “caddy”: “Ayudante de un competidor de surf”.
La escritura y la pronunciación “cadi”, vigentes en el Diccionario desde 1992 hasta 2014, habrán dado lugar a muchas anécdotas, sin duda. John William Wilkinson, autor de un libro sobre anglicismos titulado De hipster a hacker (2015), cuenta que el actor Pepe Sancho participó en un torneo de golf y que su entonces esposa, María Jiménez, le llevaba la bolsa con los palos. Un periodista le dijo a la cantante: “Anda, María, tú de cadi”. A lo que ella contestó tan campante: “¡Qué va! ¡Yo, de Sevilla de toda la vida!”.