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Agente libre

El léxico de deportes norteamericanos como el béisbol o el baloncesto incluye la locución “free agent” para referirse al jugador cuyo contrato con un club ha expirado y por tanto carece de ataduras para fichar por otro, que a su vez se ahorrará el traspaso.

Eso se ha traducido al español literalmente como “agente libre”. De ese modo, si Fulano terminó su vinculación contractual con un equipo, “Fulano es agente libre”.

En el vocabulario hispano se había denominado a eso “tener la carta de libertad” o “quedar libre”: “Fulano tiene la carta de libertad”, “Fulano queda libre”, “es un jugador que está libre”.

Pero ahora se ha colado en esas ocasiones la palabra “agente”, que el Diccionario define en primer lugar conforme a su etimología: “que obra o tiene capacidad de obrar”, lo cual deriva del verbo latino “agere” (hacer). Pero tal sentido (según precisa la Academia) lo ejerce solamente cuando cumple función de adjetivo, no como sustantivo.

Ese papel de adjetivo se aprecia cuando hablamos por ejemplo de “sujeto agente” (el de las oraciones activas) o de “complemento agente” (en las pasivas). Pero el vocablo “agente” como sustantivo o nombre significa algo muy diferente: “persona que obra con poder de otra”.

Por eso leemos que “el agente de James está negociando la salida del jugador” o que “Jorge Mendes es uno de los principales agentes de futbolistas”. Este sustantivo “agente” puede ir acompañado, claro está, de adjetivos: “agente eficaz”, “agente importante”, “agente bueno”, “un mal agente”.

Y así llegamos de nuevo a la expresión “agente libre”, donde “agente” funciona como sustantivo y “libre” es adjetivo.

Por tanto, al tratarse de un sustantivo no se le aplica la definición que la Academia reserva para el adjetivo. No se está diciendo que ese “agente libre” sea una persona con capacidad de obrar, sino una persona que tiene el poder que otra le confiere. Eso mismo sucede por ejemplo en “agente de la autoridad”: alguien con capacidad de obrar gracias a un poder que la sociedad le ha otorgado para que haga cumplir la ley. Y con “agente comercial”, “agente de Bolsa”, etcétera.

Por tanto, la locución “agente libre” es una mala traducción de “free agent” porque se usa un sustantivo español que se parece al empleado en inglés… pero no significa lo mismo.

Así que el único “agente libre” para nuestro idioma es aquel que, como los taxis, está disponible para ser contratado