Hay que señalizar menos
Los campos de fútbol estarían llenos de señales si fuera cierto lo que dicen algunos comentaristas. Y se ven pocas señales sobre el terreno de juego: los banderines de cada esquina, las líneas que delimitan el campo o las áreas... y nada más. Pero escuchamos a cada rato oraciones como “el árbitro no ha señalizado la falta” o “ha tardado mucho en la señalización del fuera de juego”.
El sustantivo “señalización” y el verbo “señalizar” forman parte de una gran familia que procede del vocablo latino “signa” (plural de “signum”). Todos sus miembros se relacionan con significados que conducen a otra cosa a la cual representan, resumen o evocan, como la propia palabra “significado”. En esa lista tenemos “signo”, “señal”, “insignia”, “enseña”, “señalar”, “señuelo”, “señero”, “contraseña”, “designar”, “signar”, “signatario”, “designio”... Cada miembro de la familia se ha especializado para distinguirse de sus primos, y así ha ocurrido que “señalización” se reservó un sentido muy concreto: la acción y el efecto de “señalizar”, verbo que a su vez tiene una única acepción: “Colocar, especialmente en las carreteras y otras vías de comunicación, señales que sirvan de guía a los usuarios”. Así lo recoge la Real Academia, que no añade ninguna otra opción relacionada con los árbitros.
Por tanto, lo que se pretende decir en algunos medios con “señalizar” y “señalización” corresponde a “señalar” y “señalamiento”. De ese modo, el árbitro señala la falta (no la señaliza); y no tarda en su señalización sino en su señalamiento (en sentido estricto “acción de determinar lugar, hora, etc., para un fin). Es decir, al “señalar” la falta, el juez marca el punto donde se ha cometido la infracción o indica dónde se debe situar el balón para ponerlo de nuevo en juego. (Ambos lugares no siempre coinciden; por ejemplo, en el caso del penalti). Por eso una buena alternativa a “el árbitro ha señalado la falta” es “el árbitro ha marcado la falta”, pues él delimita el lugar en el que ésta se produjo o desde donde debe tocarse de nuevo la pelota; y normalmente lo señala con la mano (el asistente, con el banderín).
Sin embargo, sí se da durante los partidos una acción en la que el trencilla puede “señalizar” algo. En efecto, ahora el árbitro traza una raya en el suelo y un semicírculo en el punto desde donde se puede tocar el balón. Entonces sí que cabe decir “el árbitro señaliza”, porque marca con esas señales en el suelo la distancia entre el balón y la barrera. Una distancia quizás algo menor que la que media entre señalar y señalizar.