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Finalísima europea

Se disputan finales y se disputan finalísimas. Sin embargo, este último vocablo se aplica con poco criterio para cualquier partido decisivo de un torneo por eliminatorias. “El Alavés jugará la finalísima de Copa”, por ejemplo. Y eso a pesar de que no se ve mucha diferencia entre “la final de Copa” y “la finalísima de Copa”, pues ambas locuciones designan lo mismo: el último partido del torneo.

La Supercopa de Europa sí puede considerarse una finalísima, porque enfrenta a los ganadores de otras dos finales situadas jerárquicamente por debajo (aunque en el corazón del aficionado una de ellas se halle en realidad muy por encima de la otra).

En efecto, la final de la mal llamada Europa League y la final de la mal nombrada Champions League dan paso a sus ganadores para disputar la Supercopa. Esta palabra goza del elemento compositivo “super”, que se antepone a “copa” para significar que se trata de un trofeo de mayor importancia. Y en teoría así es.

Alfredo Relaño me comentaba que eso de “finalísima” puede venir de la vieja Copa Davis, cuando se iban superando finales de zona hasta llegar a la finalísima donde esperaba el campeón del año anterior (que estaba exento de todo y sólo disputaba ese encuentro). Mi recuerdo coincide con el suyo.

En aquella época, la de Santana, Gisbert, Arilla y Couder (integrantes del equipo español al que luego llegaría Orantes), ganábamos la zona Europea, y después nos cruzábamos con los campeones de otras regiones del planeta en la “final interzonas” hasta llegar a Australia para jugar contra aquel imbatible campeón de entonces. Y ésa era la finalísima.

Recuerdo una gran eliminatoria de la final interzonas en los años sesenta contra un país que se llamaba por aquella época la República Árabe Unida (RAU), que agrupó a Siria y Egipto (cómo cambian las cosas) y luego dio nombre oficial a este último durante unos años. Se disputó en El Cairo.

La palabra “finalísima” suena muy vendedora. No es exactamente lo mismo que el “partido del siglo” (que se juega varias veces al año) pero sirve muy bien como reclamo periodístico y deportivo.

Sin embargo, no se aplica mucho a la Supercopa de Europa (tampoco a la de España, si bien en este caso no se disputan dos finales previas, sino solamente una), y menudea en partidos de menor cuantía.

El caso es que este martes tenemos finalísima de verdad, entre dos grandes equipos europeos. No se prive nadie de usar ese nombre.