Vuelve el metrónomo Kroos

No le hacen un gol al Madrid, que encuentra la manera de marcarlos en cada partido. Zidane rara vez repite la alineación, pero ajusta cada vez más el rendimiento de la plantilla. Poco a poco recoge a todos los jugadores –sólo queda Jovic por funcionar- que parecían alejados no sólo de la titularidad, sino del banquillo. James, una de las principales víctimas de la derrota contra el Mallorca hace más de tres meses, comienza a volver. Jugó en Zaragoza, con buena nota. Otros están casi siempre y no fallan. Casemiro es uno de ellos. Kroos, también. Ha elevado su rendimiento a la altura de su primera temporada. Regresa el fenomenal centrocampista alemán.

Kroos dirigió las operaciones en La Romareda con una precisión apabullante, como lo ha hecho de octubre a esta parte. Oficia de medio centro, pero no juega en el eje del campo. De esa zona se ocupa Casemiro. El brasileño, que sirve para todo, no tiene inconveniente en ceder los trastos de la dirección a Kroos. En términos estrictos, parece una idea desaconsejable: manejar el juego desde un costado. El caso es que funciona, por ninguna otra razón que la extraordinaria capacidad de Kroos para mover la pelota a dos toques, siempre con el máximo sentido estratégico.

Su índice de pases por partido se eleva cada vez más, sin que sufra su acierto. Rara vez pierde la pelota, es casi imposible que falle un pase. Desde su peculiar posición de gobernador del juego, su periscopio domina todo el frente de ataque. Cuando conviene cambia el sentido del juego y encuentra el flanco menos protegido del rival. Si se requiere mantener la pelota, se asocia con toda la gente a su alrededor, pases con un rango de 10 metros que vienen y van, porque está claro que el equipo ha recuperado toda la confianza en las decisiones de Kroos.

Su actuación en Zaragoza fue ejemplar. No se altera, no entra en combustión y su ritmo es constante, no explosivo. Donde no le llega con el cambio de ritmo, le alcanza con su impresionante técnica y su rapidez para el control y el pase, aunque quizá su característica más destacada es el manejo de los perfiles. Rara vez se le encuentra a contrapié, comprometido. Siempre está en disposición de recibir y entregar el balón al jugador correcto. Anticipa como nadie el curso de la jugada, para mejorar después. Es un maestro de la distribución.

No invitaba a esta versión inmejorable después de dos temporadas sin demasiado brillo. La última fue casi mediocre. Ahora transmite la impresión feliz, y el equipo se beneficia en cada partido. Lo único raro en su brillante despliegue es la escasa oposición que recibe en el marcaje. O los rivales desestiman la importancia de Kroos, la peor idea posible, o el jugador alemán se las ingenia para estar solo y recibir la pelota, con un considerable espacio para tomar decisiones.

Si no se aprieta a Kroos, si no se le obliga a jugar con más frecuencia de espaldas a la portería, si se le permite observar el horizonte con tanta facilidad, lo normal es que destruya el sistema defensivo rival. Lo hará con pases aparentemente sencillos, pero letales por su precisión y conveniencia. Por fácil que parezca, un pase de Kroos lleva dentro el pase correcto, el más dañino para el adversario, el que más consecuencias tiene. Hay algo fascinante en esa capacidad para tejer sin hace ruido y sostener la arquitectura del Madrid, encantado de recuperar a su fantástico metrónomo.

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