La Vuelta estaría dispuesta a ser generosa para hacer hueco a la Grande Boucle, siempre que el aplazado Giro pusiera sobre la mesa su cuota de generosidad.
Este miércoles se confirmó la cancelación de Wimbledon y la temporada completa de hierba. El efecto dominó puede tumbar también el Open Británico.
La elección del 23 de julio se ha impuesto a la propuesta de la primavera, donde los Juegos iban a chocar contra locomotoras como el fútbol y el baloncesto.
Los Mundiales de Fórmula 1 y MotoGP estudian escenarios para reflotar sus campeonatos, sin poder concretar nada, ante las incógnitas del coronavirus.
Un cambio de fechas de los Juegos de Tokio a esa estación toparía con deportes profesionales que dependen poco o nada de las federaciones internacionales.
Detrás del consenso sobre la inevitable decisión de Tokio, hay que entender que el traslado no favorece a todos desde un prisma exclusivamente deportivo.
Con la primavera ya perdida, saltamos de estación para poner la mirada en el verano y el otoño, que acogerán un atípico y sobrecargado calendario deportivo.
La París-Niza se convirtió en un verso suelto, que chirriaba entre un torrente de cancelaciones. El ciclismo paró entonces y ya veremos cuándo se retoma.
Cada empresa, y el organizador deportivo también lo es, estudia en el horizonte cómo podrá recuperarse del revolcón: Roland Garros, Giro de Italia...