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El deporte ha vuelto. Con el fútbol al frente. No han vuelto todos. A algunos ni se les espera. La desescalada será todavía larga. Volvió el fútbol en la Bundesliga, con las gradas gélidas y las celebraciones frías, pero prendió una mecha que no ha parado de arder. Alemania también puso en marcha su liga de baloncesto. Fútbol y basket, por ese orden. Igual que en España. El arranque de LaLiga ya son palabras mayores. Y la próxima semana lo hará la ACB en Valencia. En esos días también habrá fútbol sala en Málaga, en un retorno más asimétrico y chapucero. Los regresos son buenos. Las prisas y la falta de consenso, no. Los caballos ya galoparon la pasada semana en San Sebastián y lo harán de nuevo este domingo en La Zarzuela. Al otro lado del Atlántico, el PGA de golf reanuda el curso con Jon Rahm entre los aspirantes, Las Vegas vuelve a acoger veladas de boxeo, los motores de la Indy rugen… Y la NBA ha marcado el 31 de julio en el calendario para recuperar su baloncesto de dibujos animados en Disney World, que antes abrirá sus puertas para lanzar el fútbol de la MSL.

Hay deportes que han vuelto y otros que ya han puesto fecha: la Fórmula 1, el ciclismo, la Diamond League, el tenis, MotoGP… La competición regresa poco a poco, igual que la vida. Por desgracia, muchos se quedaron en el camino. El deporte avanza hacia una nueva normalidad de la que aún desconocemos el aspecto. De momento es extraño: sin aficionados presenciales, con amplias medidas sanitarias, sin desarrollo internacional… Pero hay brotes verdes a los que agarrarse, síntomas que alientan la esperanza. Hace unas semanas nos preguntábamos si volveríamos a ver deporte profesional en 2020. Desde hace unos días, lo que nos preguntamos es si regresará pronto el público a las gradas. Y todo apunta a que tardará menos de lo que se preveía. La luz está encendida.