LaBradford Smith, el enemigo de Jordan que nunca quiso serlo
La motivación de Jordan pasaba por lo que hacían sus rivales. En una ocasión hasta se lo inventó y LaBradford Smith fue el que lo pagó.
Michael Jordan fue un competidor despiadado, de los que no quiere dejar que la presa se escape viva si tiene ocasión de rematarla. Es por ello que su actitud, tanto dentro y fuera de la cancha pero siempre con el componente baloncestítico en la conversación, es motivo de debate continuado. The Last Dance, el documental que se ha producido sobre su figura y sus últimos pasos en los Bulls de los seis Anillos, recorre la vida de Jordan en la NBA a través de muchos compañeros (Perdue, Kerr) y rivales (Payton, Thomas) con los que tuvo confrontaciones más allá del límite. Había motivo para que pudiera ocurrir, siendo discutible en todo caso, pero había motivo. Con otro de los jugadores mencionados no lo había, fue una invención que sólo existió en la agitada cabeza de un genio.
LaBradford Smith entró en la NBA en el Draft de 1991, el mismo año en el que Jordan ganó su primer campeonato. Fue elegido en el 19º puesto por los Bullets, lo que ahora son los Wizards. En el equipo de Washington D.C. estaba en 1993 cuando el mundo se le vino encima sólo por anotar.
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En marzo de ese año, concretamente los días 19 y 20, los Bulls disputaron un back-to-back ante los Bullets de Smith. El primer partido era en Chicago y este escolta texano de por entonces 24 años empezó a meter puntos, muchos, tanto que terminó el partido con 37 (15/20 en tiros de campo sin triples intentados tras 40 minutos). Sus Bullets perdieron, pero él estaba alegre. Y aquí es cuando la historia se torció para él. Jordan aseguró en esos momentos y terminó confesando después que era mentira que Smith se acercó a él, que había hecho un partido nefasto en cuanto a tiros (9/27) y le dijo tres únicas palabras mientras le pasaba la mano por el hombro: "Buen partido, Mike". E hizo eco en la mente de Jordan.
24 horas después se tenía que jugar el otro partido, esta vez en terreno favorable para Smith. Lo que él no sabía era que Jordan estaba maquinando una de sus peores venganzas sin él pretenderlo. Y era algo que se mantendría con el tiempo y que años después el entrenador George Karl pondría en práctica: no interactuar con él para que no pudiera coger nada con lo que motivarse. Y es que ésa fue la razón del autoengaño: motivación. Jordan se retiraría por primera vez tras aquella temporada y admitió que en esos momentos ya le faltaba algo más por lo que luchar. Así que lo que se le ocurrió fue tomarla con Smith.