Ayer, día en el que el Stuttgart recuperó la categoría, se celebraba el día del orgullo LGTBI y la práctica totalidad del mundo del fútbol se apuntó, ...
El Athletic nos unía a él y a mí; también es lo que comparten mi hijo y mi abuelo, que no se conocieron.
Para mi hijo, no ha habido Athletic antes de Aduriz. ¿Cómo concebir lo que viene después?.
San Mamés no es una casa, sino un hogar. No es una estructura, sino los hilos invisibles que unen para siempre a quien lo habita.
Me doy cuenta de que he jugado miles de partidos de fútbol en mi vida y muy pocos han sido once contra once a dos porterías.
En las conversaciones por teléfono con mis amigos, todos coincidimos en lo mucho que echamos de menos al Athletic en nuestro día a día.
Estos días he llorado mucho. Como tanta gente, imagino. De pronto todo lo conocido parece haberse venido abajo, al menos por un tiempo.
Un rival es aquel a quien necesitas para seguir jugando, a quien deseas recibir para medirte en duelo deportivo.
Sé que mis hijos son del Athletic y es muy bonito que sus corazones rojiblancos tengan manchitas con los colores de los clubes de la gente que queremos.
Desde el viernes pasado, el tema de conversación es el partido ante el Barcelona.
Nada satisface al entorno de los grandes clubes que pide más y más y más. No vale con ganar, hay que arrasar al rival.
El pasado diciembre, la Premier League y los veinte clubes que la componen se sumaron a la campaña Rainbow Laces de la asociación LGTBI Stonewall.
Creo sinceramente que fútbol y política no se pueden separar, porque están esencialmente unidos.
Por segunda vez en poco tiempo, la Selección española es un hogar roto. Al igual que en el Mundial de Rusia, no es difícil argumentar desde cualquiera de las dos trincheras.
Estoy convencido de que lo que no puede estar, bajo ningún concepto, es del lado equivocado cuando hablamos de los derechos inalienables de las personas.
En lo relativo a la carrera de los jugadores, se suele decir que lo difícil no es llegar a Primera División, sino mantenerse. Pero es una media verdad,...
¡Qué responsabilidad! ¿Qué volumen descartaría? ¿Quién sería el autor damnificado? ¿A quién sustituiríamos Carlos y yo? Miqui tiene un niño pequeño.
Es una de las escenas que más me ha impactado en un campo de fútbol. Fue en 1998. El Olympique de Marsella se enfrentaba al Bastia.
Futbolista es quien ama el juego; futbolista es quien llora el no poder jugar.
"Perdí a mi padre y a mi pareja el año pasado. No quiero perder mi club de fútbol, que también amo". El lamento es de un seguidor del Bury FC, equipo de la League One inglesa que está en riesgo de desaparición.
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