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Agua sí, pero en bicicleta

Para Andy Warhol la Coca-Cola es democrática en el sentido de que es exactamente igual para todas las personas. Escribió: "Una cola es una cola, y ningún dinero del mundo puede hacer que encuentres una mejor que la que está bebiéndose el mendigo de la esquina. Todas las colas son la misma y todas las colas son buenas. Liz Taylor lo sabe, el presidente lo sabe, el mendigo lo sabe, y tú lo sabes".

Pero Cristiano Ronaldo no lo sabe. Para él la Coca-Cola es mala. Así lo hizo ver el otro día cuando, con gesto serio, retiró dos botellas de la mesa en la que iba a dar la conferencia de prensa. Mostró una botella de agua y gruñó: "Agua. Coca-Cola no". Preocupado quizá por la salud de los niños del mundo, lo hizo con el tono con el que un padre reprende a sus retoños. Después, consciente de que cualquier gesto suyo tiene enorme repercusión, sonrió pícaro, feliz con la pequeña gamberrada, buscando miradas cómplices entre los periodistas.

Vaya por delante que a mí me parece una muy buena noticia que los futbolistas tomen la iniciativa y velen por un mundo mejor. No creo que porque Cristiano haga honor a su nombre y predique el amor universal se alcance la paz mundial, pero es evidente que tiene un enorme poder de influir en las opiniones y modos de vida de muchas personas. Sin embargo, convendremos que, ya puestos, podría fijarse metas más ambiciosas, como buen ganador que es. No ha de mirar muy lejos, basta con girar la cabeza y ojear los logotipos que tiene detrás en las ruedas de prensa. Por ejemplo: esa empresa que paga ocho euros la hora a sus empleados o esa otra que falsificó las emisiones de CO2 de sus vehículos.

Hablando de vehículos: Ronaldo, que hasta que no se demuestre lo contrario es una sola persona, tiene tres Ferrari, dos Lamborghini, dos Bugatti, dos McLaren, dos Rolls-Royce, un Porsche, un Koenigsegg, un Bentley, un Range Rover, varios Audi y un Mercedes. Que alguien en la próxima comparecencia le recuerde que el cambio climático amenaza con extinguir toda la vida en la tierra y le grite, por favor: ¡agua sí, pero en bicicleta, no en coche!