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Mi última vez en San Mamés fue el 1 de marzo de 2020. Dos días después mi hijo pequeño cumplía cinco años. Como regalo, fuimos juntos al partido. No era su primera vez en el estadio, pero sí la primera en la que acudíamos él y yo solos, mano a mano. El encuentro era a las dos de la tarde. Llevamos bocadillos de tortilla de patata y bufandas rojiblancas. Lo pasamos en grande. Además, ganamos. Uno a cero. El abrazo tras aquel gol me lo guardo para siempre donde se guardan los recuerdos más bonitos, esos que son un refugio al que inevitablemente vuelves cada cierto tiempo, cuando el mundo se pone feo.

Ha pasado un año y medio desde entonces. En este tiempo, no han sido pocas la veces que he contemplado con el corazón dolido las fotos que le hice aquel día, los selfies en los que ambos sonreímos, el vídeo que le grabé mientras la megafonía cantaba la alineación de los nuestros. He echado muchísimo de menos el estadio: el rito, la gente, la sensación de comunidad cada quince días. Pero, sobre todo, he añorado vivir todo eso con mis hijos. Porque eso es lo que de verdad es San Mamés para mí: un lugar que compartir con quien más quiero; un lugar donde interpretar el papel que cuando yo era niño representaban mis mayores.

San Mamés volverá hoy a tener público.
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San Mamés volverá hoy a tener público.

El Athletic Club decidió que homenajeará esta noche a la afición de un modo especial: una socia elegida a través de una convocatoria hará el saque de honor en representación de todos los aficionados, de todas esas personas que este año y medio han sido una dolorosa ausencia en cada partido. Esa socia se llama Alazne, y envió al club una historia dedicada a José, su padre, fallecido el pasado noviembre, de quien heredó el sentimiento Athletic. Es imposible no emocionarse escuchándola. Porque su historia es la de todos nosotros.

Conozco al menos una veintena de personas que hoy, al entrar en el campo, no podrán evitar derramar las lágrimas. Lo hemos hablado. Va ser un momento muy especial. Yo sé que también lloraré. No me cabe ninguna duda de que lo haré: por los que no están y por los que nos encontramos de nuevo. Serán lágrimas compartidas entre quienes, después de tanto tiempo, por fin volvemos a casa.